La gran pelea (1980)

“La Gran Pelea” (The Big Fight), de Dorothy Arzner, es una joya poco accesible y a menudo subestimada del cine negro de los años 30. Si bien la trama, centrada en una serie de peleas clandestinas y un comploto mafioso, podría parecer sencilla, la película se erige como un estudio profundo sobre la masculinidad, la ambición y el costo del honor en una sociedad en decadencia. Arzner, una directora audaz y poco convencional en una industria dominada por hombres, logra crear una atmósfera visceral y brutal que trasciende la mera acción. La película no se centra en la espectacularidad de la lucha en sí, sino en las consecuencias psicológicas y emocionales de la violencia.

La dirección de Arzner es magistral. Su enfoque en los personajes y su dominio del detalle visual son notables. Utiliza la cámara de forma innovadora para la época, buscando ángulos poco convencionales y mostrando la tensión y la desesperación en los rostros de los protagonistas. La edición es rápida y dinámica, reflejando la intensidad de las peleas y la sensación de caos que impregna la narrativa. La película no rehuye las imágenes violentas, presentándolas de manera cruda y sin adornos, pero las emplea con un propósito narrativo. La puesta en escena es implacable, con escenarios sórdidos y una iluminación que acentúa la oscuridad y la desesperación.

Las actuaciones son sólidas en todo el elenco, pero la química entre Ward Wilson (George Raft) y William Haines como Philo Beddoe es el corazón de la película. Raft ofrece una interpretación natural y convincente como un hombre en apuros, lidiando con sus impulsos y con la presión de su entorno. Haines, en cambio, aporta una vulnerabilidad y un carisma sutiles al interpretar a Philo, un tipo duro pero con un código moral. El personaje de Jack Wilson, interpretado por Glenn Ford, es un estudio de la ambición vacía y la seducción, un villano que, paradójicamente, evoca una cierta simpatía. Aunque los papeles secundarios no destacan con la misma fuerza, contribuyen a la complejidad del universo narrativo.

El guion, adaptado de un artículo periodístico de Ring Lardner, es inteligente y observa con agudeza la cultura del honor y la deuda. La película expone la hipocresía de una sociedad que glorifica la violencia como una forma de demostrar valía. La trama se complica con la amenaza que asume la Mafia, obligando a Wilson a participar en la lucha, no solo por su honor, sino por la seguridad de su amada. Este giro añade una capa de drama y suspense que eleva la película por encima de un simple relato de peleas. Sin embargo, en algunos momentos, el guion se vuelve algo repetitivo, especialmente al describir las peleas en sí. No obstante, la exploración de las relaciones interpersonales y el juego de poder es lo que realmente hace de “La Gran Pelea” una obra memorable.

Nota: 7/10