“La Guarida” (The Haunting of Hill House) no es una película para aquellos que buscan sustos fáciles y espectaculares. Es una inmersión lenta y perturbadora en la psique humana, un estudio psicológico del miedo y el trauma, con una atmósfera opresiva que se te va filtrando bajo la piel. Esta adaptación de la serie de Netflix, dirigida por Mike Flanagan, se aleja del serializado y la acción para centrarse en la complejidad de sus personajes y la forma en que el pasado se manifiesta en el presente.
La dirección de Flanagan es magistral. Logra crear una sensación constante de incomodidad y desasosiego, utilizando la luz y la sombra, la música y el diseño de producción para manipular las percepciones del espectador. La casa, interpretada con una belleza gótica melancólica, se convierte en un personaje más, un testigo silencioso de los horrores que ha presenciado y, lo que es más importante, un catalizador de la autodestrucción de sus habitantes. El uso del color es particularmente notable, con predominio de tonos grises y azules que reflejan el estado emocional de los personajes y el lúgubre ambiente que les rodea.
El elenco ofrece actuaciones excepcionales. Carla Gugino, como la matriarca Eleanor Vance, entrega una interpretación devastadora, mostrando con sutileza el deterioro mental que la consume. Undata Joye como Shirley Vance es inquietante, una figura enigmática que es tanto una amenaza que se siente presente que una víctima de la casa. Matthew Langton como Luke Sannerson, el cínico del grupo, aporta un contrapunto realista al mundo de fantasmas, pero su personaje evoluciona sorprendentemente a lo largo de la historia. La química entre los actores es palpable, contribuyendo a la autenticidad de las relaciones conflictivas y complejas que se desarrollan.
El guion, adaptado de la serie, profundiza en las dinámicas familiares disfuncionales y el impacto duradero del trauma. La película no se limita a mostrar fantasmas; explora la forma en que el dolor, la culpa y el resentimiento pueden manifestarse de maneras tangibles y aterradoras. Las alucinaciones y las visiones que experimentan los personajes no son meras ilusiones, sino representaciones simbólicas de sus miedos más profundos. El guion es inteligente, sutil y a veces cruel, ya que no tiene miedo de explorar la oscuridad del corazón humano. Sin embargo, la película a veces se siente un poco lenta, perdiendo un poco de ritmo en los tramos centrales, aunque esta deliberada lentitud sirve para intensificar el suspense y la sensación de claustrofobia. Lo más importante es que la película ofrece un final que, aunque emocionalmente cargado, es coherente con el recorrido psicológico de los personajes y el mensaje general de la historia.
Nota: 8/10