La guerra del futuro (2022)

“La Guerra del Futuro” no es una obra maestra de la ciencia ficción, pero sí un ejercicio visualmente impactante y con un potencial narrativo que, lamentablemente, no se explota por completo. La película, dirigida por Elias Thorne, se presenta como una urgencia contenida, un drama postapocalíptico con un tono particular: no es un apocalipsis de destrucción masiva, sino una lenta y progresiva desintegración que amenaza con engullir a la ciudad de Veridia, un metrópolis subterránea construida tras un evento cataclísmico. Esa sensación de inminente desastre es lo que mejor consigue transmitir la película, generando una atmósfera de tensión constante y claustrofobia, elementos que, a menudo, son difíciles de lograr con éxito.

La dirección de Thorne se caracteriza por una estética visualmente distintiva. La paleta de colores, predominantemente azul y gris, refleja la opresión y el abandono del entorno. Las escenas de secuencia rápida, con planos cortos y movimientos de cámara dinámicos, intensifican la sensación de caos y peligro. Sin embargo, a veces este estilo frenético puede resultar un poco abrumador, sacrificando el ritmo general de la narración en favor de la acción. La banda sonora, compuesta por Silas Blackwood, es efectiva para acompañar la atmósfera y las escenas de tensión, aunque podría haber sido más original y menos recurrente a ciertos clichés.

El núcleo de la película reside en el equipo de “Salvaguardias”, un escuadrón de individuos que se han ofrecido voluntariamente para una misión suicida: investigar el origen del meteorito y encontrar una manera de detener la propagación de la “Contaminación”, la sustancia tóxica que está transformando lentamente la ciudad. El reparto, liderado por Finnigan Reed en el papel del comandante Elias Vance, es competente, con actuaciones sólidas, aunque sin grandes sorpresas. Reed transmite la desesperación y el cansancio de un líder que sabe que su misión es casi imposible, pero que se niega a rendirse. Las relaciones entre los personajes, aunque sencillas, son convincentes y añaden una capa de profundidad emocional a la trama. Sin embargo, la falta de desarrollo de algunos secundarios podría haber enriquecido aún más el drama.

En cuanto al guion, es donde la película presenta sus mayores carencias. Si bien la premisa es interesante y el concepto visualmente atractivo, la historia carece de complejidad y profundidad. Los diálogos son funcionales pero poco memorables, y el ritmo narrativo se siente irregular. Se presentan ideas prometedoras sobre la supervivencia, la moralidad en tiempos de crisis y el costo de la esperanza, pero no se exploran adecuadamente. El final, aunque ofrece un clímax, es abrupto y deja muchas preguntas sin respuesta. Se siente como un punto de partida para una serie televisiva, o una idea que necesita ser expandida considerablemente.

A pesar de sus fallos, “La Guerra del Futuro” es una película que vale la pena ver por su aspecto visual y por la atmósfera que logra crear. No es un referente del género, pero sí ofrece una experiencia cinematográfica que, aunque breve, puede resultar intrigante para aquellos que disfrutan de las historias de ciencia ficción con un toque de desesperación y un enfoque en la supervivencia. No obstante, el guion decepciona y la historia podría haber sido mucho más ambiciosa.

Nota: 6/10