La habitación del pánico (2002)

“La habitación del pánico” (Panic Room) es una obra de terror psicológico y claustrofóbico que se aferra a los nervios durante casi un siglo. Dirigida por David Ellis, la película no se basa en sustos baratos ni persecuciones desenfrenadas, sino en la tensión constante y la sensación palpable de desesperación que surge de la situación límite en la que se encuentran Meg (Jodie Foster) y Sarah (Emma Roberts). La película se adentra en la fragilidad de la maternidad y la capacidad de un vínculo familiar para enfrentar la oscuridad, tanto literal como metafórica.

Foster, como siempre, ofrece una interpretación magistral. Su Meg es un personaje complejo, marcada por el divorcio y el dolor, pero con una fuerza interior y una determinación feroz para proteger a su hija. No es una heroína convencional; es una mujer en crisis, luchando contra sus propios demonios mientras lidia con la amenaza externa. Roberts, por su parte, logra transmitir la inocencia y el miedo de una niña que se ve abrumada por el horror. La química entre ambas actrices es uno de los pilares fundamentales de la película, generando una atmósfera de vulnerabilidad y confianza que te lleva directamente a su situación.

El guion, aunque no particularmente original en su premisa básica – una familia que se refugia en una habitación durante un asalto – logra mantener el interés gracias a su ritmo y a la manera en que explora las dinámicas familiares. La construcción de la “habitación del pánico” en sí misma es un elemento visualmente impactante, y la película aprovecha al máximo el espacio limitado para generar claustrofobia y tensión. La dirección de Ellis no se limita a mostrar la habitación; utiliza los monitores como un elemento narrativo clave, permitiendo al espectador compartir la angustia y el miedo de Meg mientras observa lo que ocurre en la casa. La película explora también temas como la paranoia y la pérdida de control, elementos que resuenan con fuerza en la narrativa.

Sin embargo, la película tiene sus puntos débiles. Algunas de las actuaciones secundarias podrían haber sido más desarrolladas, y el antagonista, aunque amenazante, carece de profundidad. Además, el final, aunque satisfactorio, podría haber sido más elaborado. No obstante, la película compensa con creces estas pequeñas deficiencias gracias a la dirección sólida de Ellis y a las excelentes interpretaciones de Foster y Roberts. “La habitación del pánico” es un thriller inteligente y efectivo que te hará sentir atrapado en su claustrofóbico refugio junto con sus protagonistas.

Nota: 7/10