La hija de D'Artagnan (1994)

“La hija de D’Artagnan” es un ejercicio interesante de reencuadre histórico, una película que, en lugar de sumergirse en la épica aventura de la novela original de Dumas, se centra en la perspectiva familiar y, más concretamente, en el conflicto entre un padre preocupado por la seguridad de su legado y una hija que intenta establecer su propia identidad. La película, dirigida con una sensibilidad moderada por Christian Vincent, evita la grandilocuencia de las adaptaciones previas, optando por un relato más íntimo y, a la vez, más complejo. Es una decisión audaz que, aunque no resulta totalmente exitosa, le confiere una particular fuerza emocional.

La película se siente, en gran medida, como un melodrama tardío. La dirección de Vincent nos presenta un París desolador y húmedo, un reflejo visual del estado emocional de la familia D’Artagnan. El uso del color es sutil pero efectivo, con predominio de tonos grises y azules, que encajan perfectamente con la atmósfera melancólica. Sin embargo, la película no logra escapar, en ocasiones, de una cierta artificiosidad en el drama, buscando el pathos en lugares donde quizás no es estrictamente necesario. La banda sonora, a veces exageradamente sentimental, contribuye a este efecto. No obstante, es innegable que Vincent maneja con maestría la tensión dramática, incluso cuando la historia se centra en las relaciones personales más que en las intrigas políticas.

Las actuaciones son un punto fuerte indiscutible. Romain Duris ofrece una interpretación matizada y sensible como D’Artagnan, mostrando las dudas y la angustia de un hombre que ha perdido la fe en su propia vida y que se ve obligado a enfrentarse a una nueva amenaza. Jodie Comer, como Eloïse, logra un equilibrio perfecto entre la rebeldía de una joven que no desea ser definida por el pasado de su padre y la vulnerabilidad de una mujer que lucha por encontrar su propio camino. Las interpretaciones secundarias, especialmente las de Vincent Cassel y Vanessa Paradis como Athos y Porthos, son sólidas y convincentes, aportando una autenticidad que evoca a los personajes originales sin caer en caricaturas. Cassel, en particular, aporta un aire de cansancio y sabiduría al venerable Athos, otorgándole una dimensión inesperada a un personaje que a menudo se reduce a la mera figura heroica.

El guion, adaptado por Alexander Chartier, es probablemente el elemento más controvertido de la película. Se aleja significativamente del espíritu aventurero de la novela de Dumas, centrándose en el dilema moral de D’Artagnan y en la búsqueda de su hija por parte del propio D’Artagnan. Si bien esta decisión ofrece una perspectiva más humana y, en cierto modo, más realista, también implica sacrificar parte del dinamismo y la acción que caracterizan la obra original. La trama se desarrolla de forma pausada, con un ritmo que favorece la introspección sobre la trama en detrimento del espectáculo. La trama política, aunque presente, se siente como un telón de fondo más que como un elemento central. Sin embargo, la película no se quita la ambición de explorar los complejos lazos familiares y la lucha por el legado.

Nota: 6.5/10