“La hija de mi mejor amigo” es una comedia dramática que, aunque promete una trama de conflicto familiar con un toque de romance, no logra alcanzar la profundidad y el impacto emocional que se espera de un filme con un tema tan delicado. La película, dirigida con una notable habilidad técnica pero quizás con un exceso de planificación, se estructura alrededor de la compleja relación entre Laurie (Bruce Dern), un jubilado con una vida tranquila, y la joven Sarah (Kathryn Newton). La premisa es atractiva: un hombre maduro que, sin intención, despierta el interés de la hija de su mejor amigo, generando un conflicto que amenaza la estabilidad de dos familias. Sin embargo, el ritmo pausado, aunque contribuye a establecer la atmósfera, a veces se siente excesivamente lento, y la película podría haber beneficiado de una mayor propensión a la sorpresa.
La dirección de Mark Cashman es precisa y elegante. La fotografía, con una paleta de colores cálidos y naturales, refleja la tranquilidad de la vida de Laurie, contrastando con el creciente dramatismo de la situación. Se observa un cuidado notable en la composición de los planos, que invita a la reflexión, especialmente cuando se representan las interacciones entre los personajes principales. No obstante, la dirección podría haber buscado mayor dinamismo, aprovechando al máximo las oportunidades de tensión narrativa. La banda sonora, aunque discreta, se integra bien en la atmósfera general, subrayando los momentos clave de la historia sin resultar intrusiva.
Las actuaciones son, en general, sólidas. Bruce Dern ofrece una interpretación convincente como Laurie, un hombre que, a pesar de su edad, conserva una vitalidad y una vulnerabilidad que lo hacen profundamente humano. Kathryn Newton, por su parte, logra transmitir la inocencia y la confusión de Sarah, mostrando su evolución a lo largo de la trama de forma creíble. El joven Brody (Charlie Stillitano) complementa la historia con un desarrollo de personaje que se siente un tanto plano, pero que siempre se percibe como un intento de dar una voz al lato más intelectual de la narrativa. Sin embargo, la actuación de Andrew Jude como el mejor amigo de Laurie, está notablemente subestimada, y su desarrollo como personaje podría haber aportado mayor profundidad al conflicto familiar.
El guion, aunque bien construido en su estructura básica, presenta algunos momentos de diálogo forzados y, en ocasiones, un tono un tanto condescendiente. El conflicto central, aunque intrigante, no es suficientemente explorado en su complejidad emocional. Se limita a presentar los hechos sin profundizar en las motivaciones y los sentimientos de los personajes. El clímax, aunque visualmente impactante, podría haber tenido más resonancia si se hubiera sabido anticipar la carga emocional de las revelaciones. La película podría haber sido mucho más efectiva si se hubiera centrado en la exploración de las consecuencias de esta situación en los individuos afectados, en lugar de limitarse a mostrar los eventos de forma lineal. La película tiende a reducir la narrativa a un simplemente drama familiar con un toque de romance, sin lograr una profunda reflexión sobre la naturaleza del amor, la familia y la aceptación.
Nota: 6/10