La hija del general (1999)

“La hija del general” es una película que, a primera vista, promete un thriller tenso y claustrofóbico, pero en el fondo se revela como una narrativa más contemplativa, aunque no exenta de problemas. Dirigida por Karyn Kusama, la película logra crear una atmósfera opresiva y perturbadora, gracias a la dirección de fotografía sombría y a la música inquietante que acompañan a los acontecimientos. Sin embargo, la historia, aunque intrigante en su planteamiento inicial, acaba perdiendo fuerza a medida que avanza y se diluye en un laberinto de sospechas y personajes cuyas motivaciones no siempre están claras.

La trama se centra en la tenaz y meticulosa agente del FBI, Lorraine (Rebecca Ferguson), a cargo de la investigación del asesinato de la hija del general. Desde el principio, se establece un tono de paranoia y desconfianza que envuelve a toda la comunidad de Fort MacCullam, el pueblo ficticio en el que transcurre la historia. La película se vale de un recurso estilístico constante: la perspectiva subjetiva de Lorraine, que a través de sus recuerdos y sueños, nos revela gradualmente el pasado de la víctima y la complejidad de las relaciones entre los habitantes. Este recurso, aunque efectivo en las primeras etapas, se vuelve un tanto repetitivo y, en ocasiones, desconcertante. La película se esfuerza por mantener el espectador en vilo, pero a veces se sobreexagera, creando momentos que, en lugar de generar tensión, inducen la confusión.

Rebecca Ferguson ofrece una actuación magistral como Lorraine. Su personaje es complejo, vulnerable y profundamente marcada por un trauma pasado que la lleva a actuar con una intensidad casi obsesiva. Ferguson transmite a la perfección la duda, la frustración y la desesperación que siente la agente, y su presencia es el pilar central de la película. Sin embargo, el resto del elenco, salvo quizás por el breve y efectivo papel de David Strathairn, no logra alcanzar el mismo nivel. Las interpretaciones son correctas, pero carecen de la profundidad emocional que requiere la naturaleza intrincada de la historia. La película explora temas como la culpa, el poder, el secreto y la fragilidad de la memoria, pero no profundiza lo suficiente en ellos. Se centra más en la investigación y en la sensación de misterio que en la exploración de las dimensiones psicológicas de los personajes.

El guion, aunque bien estructurado en su planteamiento, sufre de una cierta falta de originalidad. Las convenciones del thriller psicológico están presentes, pero sin aportar nada nuevo ni particularmente interesante. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión sostenida con otros de pausa y reflexión que no siempre son del todo efectivos. La trama, a pesar de las numerosas pistas y sospechosos, se resuelve de una manera algo previsible y, en última instancia, decepcionante. La película se inclina por la ambigüedad moral, presentando a personajes moralmente grises y sin una clara distinción entre el bien y el mal, pero no logra construir una historia que realmente nos haga cuestionar nuestras propias convicciones.

Nota: 6/10