La Hija Eterna (2022)

“La Hija Eterna” es, en su esencia, una película de atmósfera, un estudio lento y metódico sobre el peso del pasado y la desintegración familiar. No es un thriller de suspenso con giros argumentales impactantes, sino una experiencia sensorial, una inmersión en la melancolía y el temor a lo que se esconde en las sombras de una memoria colectiva. La película, dirigida por Holly Waddington, logra crear una sensación constante de inquietud, no mediante sustos repentinos, sino a través de la meticulosa construcción de imágenes y la banda sonora, que se funden para generar un ambiente opresivo y profundamente perturbador.

La trama, aunque aparentemente simple, es la base para explorar la dinámica compleja entre la madre, Nana (Diane Kruger), y su hija, Mae (Frankie Corio). Kruger ofrece una actuación magnífica, transmitiendo con sutileza el endurecimiento de una mujer marcada por el dolor y el silencio. Su Nana es un personaje casi mudo, consumido por una tristeza insondable, pero su presencia es siempre imponente. Frankie Corio, en el papel de Mae, aporta una vitalidad contrastante a la matriarca, proyectando una vulnerabilidad y una necesidad desesperada de conectar con su pasado. La química entre las dos actrices es el corazón palpitante de la película, y es en sus silencios, en sus miradas fragmentadas, donde reside la mayor parte de la tensión dramática.

El guion, escrito por Waddington y el resto del equipo, se basa en la sugestión más que en la explicitación. Las palabras son pocas, pero el significado que se les atribuye es enorme. Se evitan explicaciones claras, permitiendo que el espectador complete las lagunas con sus propias interpretaciones. Esto funciona a favor de la película, ya que fomenta una reflexión más profunda sobre temas como el abuso infantil, la pérdida y la incomunicación familiar. Las escenas en la gran mansión, con sus pasillos interminables, sus habitaciones abandonadas y sus objetos polvorientos, se convierten en simbólicas representaciones de la memoria y los secretos ocultos. La dirección artística es impecable: la fotografía, con su paleta de colores apagados y sus largos planos secuencia, contribuye a crear una atmósfera de desconcierto y nostalgia. Además, la película evoca sutilmente influencias de películas clásicas de terror psicológico como "El Resplandor", sin imitar directamente ningún estilo.

Sin embargo, la lentitud deliberada puede resultar tediosa para algunos espectadores. La película exige paciencia y una disposición a aceptar que la resolución de algunos misterios puede no ser tan satisfactoria como se podría esperar. Si bien la atmósfera y las actuaciones son sobresalientes, la falta de un desarrollo narrativo más dinámico, a veces, sacrifica el impacto emocional. No obstante, "La Hija Eterna" es una película memorable, una experiencia cinematográfica única que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales se hayan desplazado.

Nota: 7/10