La horca (2015)

“La Horca” es una película que se atreve a excavar en las heridas del pasado, no para sanarlas, sino para reabrirlas con una crudeza inquietante. Dirigida por Álex Pastor, la película se centra en un pequeño pueblo de España rural, donde la sombra de un drama adolescente que ocurrió hace veinte años, la muerte de un estudiante en un espectáculo teatral, persigue a la comunidad. La premisa, por sí sola, es prometedora, pero es la ejecución lo que determina el impacto de la película. Y, en gran medida, “La Horca” logra generar una atmósfera de tensión palpable y claustrofóbica, una sensación constante de que algo terrible está a punto de ocurrir.

La dirección de Pastor es magistral en el manejo del suspense. No se basa en jumpscares baratos, sino en la sugerencia, en el uso del silencio y la música para mantener al espectador al borde del asiento. Las largas tomas, la fotografía sombría y los planos cerrados contribuyen a esta sensación de inquietud, obligándonos a cuestionar lo que está sucediendo y a leer entre líneas. Sin embargo, esta apuesta por la insinuación también puede convertirse en un punto débil, ya que algunas escenas, a pesar de su atmósfera, se vuelven repetitivas y carentes de un ritmo definido. El ritmo, en general, es un problema recurrente en la película; hay momentos de gran tensión que se diluyen en escenas lentas y estáticas que, aunque contribuyen a la atmósfera, también pueden resultar tediosas.

El reparto es excelente, y en particular, las actuaciones de los jóvenes protagonistas – Deak Lopes, Paula Gonzaález y Sergio Chamas – son convincentes y naturales. Lopes, en el papel del director de teatro, transmite una mezcla de ambición, vulnerabilidad y un creciente pánico que es fundamental para el desarrollo de la trama. Las interpretaciones son honestas, sin caer en excesos dramáticos, lo que permite que la angustia y el miedo de los personajes se transmitan de forma genuina al espectador. La película no depende de los diálogos para generar emoción; la mayor parte del impacto dramático proviene de las miradas, los gestos y las reacciones de los actores.

El guion, escrito por Pastor, Manuel Carmiso y Miguel Maya, presenta un planteamiento original y con potencial, pero en el desarrollo termina por caer en algunos clichés y a veces resulta un poco forzado. El misterio central se va revelando de manera demasiado lineal, perdiendo parte de su intriga inicial. Además, aunque la película explora temas como la culpa, el arrepentimiento y las consecuencias de las decisiones, no profundiza lo suficiente en ellos, quedándose en una representación superficial de las motivaciones de los personajes. La crítica social implícita en la historia, sobre la represión y el ocultamiento de la verdad, es interesante, pero no se desarrolla con la complejidad que podría haber tenido. El final, aunque impactante, resulta algo abrupto y carente de resolución, dejándonos con más preguntas que respuestas.

Nota: 6.5/10