“La horca depende de la gramática” (The Quickening) no es solo una película negra británica de los años 50; es una radiografía sombría de una sociedad en crisis, un retrato inquietante de la injusticia y una meditación sobre la fragilidad de la verdad. Dirigida con una precisión casi metódica por Rupert Sanderson, la película se instala en la Inglaterra postguerra, un país aún plagado de prejuicios y un sistema legal que, en muchos casos, parece predeterminado. La ambientación, meticulosa en cada detalle, es uno de los mayores aciertos de la producción; desde la moda hasta los escenarios, transmite una sensación de autenticidad que transporta al espectador a una época turbulenta.
El guion, adaptado de la novela de John Osborne, se centra en la figura de Derek Bentley (interpretado con una intensidad magnética por Nigel Terry), un joven con un don para el lenguaje y una mente inquieta. Bentley, atraído por la banda de Chris Craig (interpretado con un carisma desarmante por Justin Pitt), un líder juvenil que se inspira en los héroes de los gangster movies americanos, se ve arrastrado a un caso que trascenderá su propia vida. La trama, aunque lenta y deliberada, es el núcleo central de la película. Sanderson evita los clichés del género, optando por un ritmo pausado que permite al espectador reflexionar sobre la situación de Bentley y la presión que se ejerce sobre él. El guion no busca culpables fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la responsabilidad del estado, la credibilidad de la evidencia y la influencia de los prejuicios en el juicio.
La dirección de Sanderson es notable por su capacidad de crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica. La película no depende de la violencia gráfica para generar tensión, sino que la explota a través de la psicología de sus personajes y la ambigüedad de los eventos. Las escenas en la comisaría, en los interrogatorios y en los juicios son particularmente intensas, logrando transmitir la desesperación y la incertidumbre de Bentley. Las actuaciones son sobresalientes. Terry se distingue por su vulnerabilidad y su evolución a lo largo del relato, mientras que Pitt ofrece una interpretación convincente como el líder rebelde y desorientado de la banda. El reparto secundario, especialmente los actores que interpretan a los jueces y a la fiscalía, contribuyen a reforzar la sensación de injusticia y de manipulación.
Sin embargo, la película no está exenta de ciertas debilidades. El ritmo, deliberadamente lento, puede resultar tedioso para algunos espectadores. Además, algunos diálogos son un tanto artificiosos y la trama, en ciertos momentos, se vuelve un poco confusa. No obstante, estos pequeños defectos palidecen en comparación con la fuerza del mensaje y la valía del material. “La horca depende de la gramática” es una película que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales han corrido, invitando a la reflexión sobre la naturaleza de la justicia y la importancia de la defensa de los derechos individuales. Es una obra que merece ser vista y analizada, una joya del cine negro británico.
Nota:** 8/10