“La Huérfana” (The Orphanage, 2009) de Jaume Balagueró y Cristian Mungiu no es precisamente una película que provoque un debate apasionado, pero sí una que consigue, de forma inquietante y sutil, generar una atmósfera de desasosiego que se aferra a la mente del espectador mucho después de haberla visto. Más allá de los elementos de terror sobrenatural que a menudo se le asocian, la película se erige como una reflexión sobre el duelo, la pérdida y las consecuencias devastadoras del pasado. Es un drama psicológico con toques de thriller que, a menudo, se beneficia de una puesta en escena meticulosa y una dirección que sabe jugar con los nervios a la perfección.
La película se centra en Paula, una bióloga que, tras un trágico accidente que le ha dejado con una discapacidad física, decide mudarse con su hermano, Juan, a una casa de campo aislada junto al mar. El objetivo es crear un entorno tranquilo y propicio para el crecimiento de su hija, Sofía, que ha sufrido traumas emocionales. La llegada de una anciana, Carmen, al hogar, parece ser un alivio, hasta que ésta comienza a revelar historias sobre un orfanato abandonado, los fantasmas de sus antiguos residentes y una niña desaparecida. La trama, inicialmente aparentemente sencilla, se complica gradualmente a medida que la familia se sumerge en las inquietudes de la anciana, y la sensación de que algo maligno acecha en la casa se vuelve innegable. La película no se limita a generar miedo; explora la fragilidad de la memoria y la incapacidad de escapar del pasado.
Las actuaciones son sobresalientes. Alicia Feijoo, como Paula, transmite una vulnerabilidad y un miedo constante que son palpables. Su interpretación es sutil pero efectiva, mostrando la lucha interna de una mujer que intenta proteger a su hija pero que, a su vez, se ve amenazada por sus propios demonios. Eduard Fernández, en el papel de Juan, ofrece un contraste interesante, mostrando una dureza y una falta de empatía que se disipan a medida que la historia avanza. Sin embargo, la verdadera estrella de la película es Nora Staiger, quien interpreta a la joven Sofía. Su interpretación es excepcional, capturando la inocencia y la confusión de un niño que comienza a percibir fenómenos extraños y a cuestionar la realidad. Su mirada, llena de temor y desconfianza, es el eje central del suspense.
El guion de Mateo Cherev y Jaume Balagueró es inteligente y se beneficia de la sugestión. Evita los clichés del género de terror y se centra en la creación de una atmósfera de incertidumbre y suspenso. La banda sonora, compuesta por Gustavo Santaolalla, juega un papel fundamental en la construcción de la tensión y en la creación de la sensación de que algo terrible está por llegar. La filmación, con sus planos largos y sus encuadres contemplativos, contribuye a la sensación de aislamiento y a la idea de que la casa en sí misma es un personaje en la película. La dirección artística, con la utilización de colores apagados y la descripción de detalles inquietantes, refuerza la atmósfera de opresión y de presagio.
En definitiva, “La Huérfana” no es una película para aquellos que buscan sustos fáciles, sino una experiencia cinematográfica inquietante y reflexiva que explora la oscuridad de la memoria y el poder destructivo del pasado. Es una película que te quedará en la mente mucho tiempo después de haberla visto, invitándote a cuestionar la realidad y a preguntarte qué es lo que realmente nos acecha en la sombra.
Nota: 8/10