La humillación (1986)

“La Humillación” (Shame) de Michael Winterbottom es una experiencia cinematográfica visceral, perturbadora y, en última instancia, profundamente inquietante. La película, a pesar de su duración relativamente corta, logra construir una atmósfera de paranoia y vulnerabilidad que se adhiere al espectador como el sudor frío en una noche caliente. No es una película fácil de ver, y eso, creo, es precisamente donde radica gran parte de su poder.

El guion, adaptado de un relato de la escritora Lisa Sharpe, se centra en Marjorie (Farrah Fawcett, en un papel sorprendentemente efectivo, demostrando una capacidad de entrega que pocas veces habíamos visto), una mujer común y corriente cuya vida cotidiana se ve brutalmente interrumpida por un ataque. Lo que sigue no es una narración de acción típica, sino un estudio lento y metódico del trauma. Winterbottom evita caer en clichés y clichés gratuitos; en cambio, se enfoca en el impacto psicológico del delito en la víctima. La película no ofrece respuestas fáciles ni explicaciones fáciles; simplemente nos sumerge en la angustia de Marjorie, en su miedo latente, en su dificultad para conciliar el mundo normal con la realidad de su vulnerabilidad.

La dirección de Winterbottom es impecable. La cámara, a menudo enfocada en el rostro de Marjorie, captur la incomodidad, la frustración y la desesperación. El uso de la lente de macro intensifica la sensación de claustrofobia, de estar atrapado en el cuerpo de la protagonista. El ritmo pausado permite al espectador respirar, pero también genera una tensión subyacente que se intensifica gradualmente. Es una técnica narrativa inteligente que no busca excitar el espectáculo, sino generar una sensación de incomodidad y desasosiego.

La actuación de Farrah Fawcett es brillante. Se aleja de su imagen de icono de los 70 y ofrece una interpretación creíble y convincente. Su desempeño es sutil, basado en la expresión facial y el lenguaje corporal, transmitiendo con maestría el proceso de duelo interno de la protagonista. El resto del reparto es limitado, pero cumple su cometido, contribuyendo a la sensación general de desamparo.

Sin embargo, “La Humillación” no está exenta de críticas. Algunos pueden encontrar el ritmo excesivamente lento o la falta de una resolución narrativa insatisfactoria. La película no proporciona respuestas ni justifica las acciones de los personajes, y eso puede resultar frustrante para aquellos que buscan un final satisfactorio. Aún así, creo que esta falta de resolución es deliberada, buscando reflejar la realidad de las víctimas de la violencia, quienes a menudo se enfrentan a un vacío de justicia y a un abandono por parte de las instituciones.

En definitiva, “La Humillación” es una película incómoda, provocadora y, en última instancia, memorable. No es para todos, pero para aquellos que estén dispuestos a sumergirse en la oscuridad del trauma y la vulnerabilidad humana, es una experiencia cinematográfica que permanecerá con ellos mucho después de que las luces se enciendan.

Nota: 7/10