“La Inspección” (The Inspection), la última película de la pareja de directores Kris Pearman y Sheldon Doberman, no es un melodrama fácil ni una simple historia de superación personal. Es una incursión visceral en la soledad, la autonegación y el dolor que a menudo se disfrazan bajo una fachada de disciplina y sacrificio. La película se centra en Ellis French (Jeremy Pope), un joven negro gay que, tras ser rechazado por su madre y enfrentando la incertidumbre de un futuro limitado, decide unirse a la Marina con la esperanza de encontrar una oportunidad y, quizás, la aprobación que nunca ha recibido. Sin embargo, lo que encuentra es mucho más complejo y doloroso.
Doberman y Pearman logran un tratamiento visualmente impactante, utilizando la estética fría y funcional de la vida militar como un espejo de la angustia interior de Ellis. La película se siente claustrofóbica en muchos momentos, no solo por las limitaciones físicas del entrenamiento, sino por la sensación de aislamiento que experimenta el protagonista. La cinematografía, en general, es precisa y documental, casi como si estuviéramos presenciando un documental real sobre la experiencia de un nuevo recluta. Esta elección estilística ayuda a que las tensiones emocionales sean aún más palpables. La banda sonora, por su parte, es sutil pero efectiva, amplificando las escenas de vulnerabilidad y frustración.
La actuación de Jeremy Pope es, sin duda, el corazón de la película. Pope ofrece una interpretación magistral, transmitiendo la desesperación y la determinación de Ellis con una honestidad brutal. No se limita a representar una figura heroica; se sumerge en la compleja contradicción de un hombre que anhela la aceptación pero al mismo tiempo, se auto-condena a través de un comportamiento autodestructivo. Las escenas de confrontación con el Sargento Hopkins (Robert Pine), su instructor, son particularmente memorables, generando un conflicto poderoso y lleno de matices. Pine, en su contraparte, ofrece un retrato igualmente convincente de un hombre atrapado en un sistema que le obliga a imponer disciplina a un costo personal. La dinámica entre ambos se construye con una sutileza que aumenta la tensión dramática.
El guion, a pesar de su extensión, se mantiene compacto y directo. No cae en clichés ni en sentimentalismos excesivos. La película explora temas difíciles, como el trauma familiar, la identidad sexual, el racismo sistémico y la búsqueda de la pertenencia, con una sensibilidad y un respeto por la complejidad de las experiencias de sus personajes. La narrativa se desarrolla con un ritmo pausado, permitiendo que las relaciones y los conflictos se desarrollen de manera orgánica. Sin embargo, algunos momentos podrían haberse beneficiado de una mayor profundidad para explorar las consecuencias a largo plazo del trauma de Ellis. A pesar de esto, “La Inspección” es una película que te persigue mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una obra que invita a la reflexión y que, en última instancia, celebra la resiliencia del espíritu humano, incluso en su forma más rota.
Nota: 8/10