La Isla (1980)

“La Isla” (1991) es, en esencia, una fábula moderna que nos recuerda la fragilidad de la civilización y la brutalidad inherente a la supervivencia. Claude Rains, en una de sus actuaciones más memorables, encarna a “El Jefe”, el líder despiadado de una banda de marineros que han transformado una isla remota en su propio paraíso de saqueo y violencia. La película, con una dirección precisa de Roger Donaldson, nos sumerge desde el principio en un ambiente opresivo y claustrofóbico, utilizando la fotografía en tonos sepia y el sonido ambiente para enfatizar la soledad y el peligro constante. La isla, no es simplemente un escenario; se convierte en un personaje más, una prisión verde donde las reglas son diferentes y la moralidad es un concepto relativo.

La historia se centra en el reportero, Frank La Roux (Richard Gere), un hombre consumido por la ambición y la culpa, que viaja a la isla en busca de su hermano desaparecido. Gere ofrece una actuación cautivadora, transmitiendo la desesperación y la vulnerabilidad de un hombre que lucha por redimirse. Sin embargo, la película se beneficia enormemente de la presencia de un Richard Chamberlain, en un papel que parece forzado a veces, pero que aporta una sutil elegancia y un aire de cansancio que complementan a la perfección a Gere. La relación entre ambos, marcada por una tensa mezcla de sospecha y necesidad, es uno de los pilares fundamentales de la trama. La película explora, de manera explícita y sin glamour, la pérdida de la inocencia y las consecuencias de las decisiones.

Lo que realmente distingue a "La Isla" de otras películas de supervivencia es su guion, meticulosamente construido para crear una sensación de incertidumbre constante. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo al espectador asimilar la progresiva pérdida de control de Frank y su hijo, Michael (Philip Lewis). Las escenas de violencia son impactantes pero no gratuitas; se utilizan para ilustrar la crueldad de los personajes y la implacable naturaleza del entorno. El guion no intenta ofrecer respuestas fáciles; simplemente plantea preguntas sobre la naturaleza humana, la justicia y el precio de la redención. El uso del simbolismo, particularmente la metástasis de la identidad entre Frank y Michael, es particularmente efectivo, invitando al espectador a reflexionar sobre la complejidad del trauma y la capacidad de adaptación del ser humano.

A pesar de su lentitud y su tono sombrío, “La Isla” es una película que permanece en la memoria. La fotografía, la banda sonora y la atmósfera general contribuyen a crear una experiencia cinematográfica intensa y perturbadora. No es un entretenimiento ligero, sino una meditación sobre la pérdida, la culpa y la lucha por sobrevivir en un mundo despiadado. La película, sin embargo, podría beneficiarse de una mayor exploración de las motivaciones de los personajes nativos, cuyas acciones, aunque comprensibles, se presentan en gran medida desde la perspectiva de los protagonistas. Aun así, es una obra cinematográfica valiosa y, para mí, un clásico del género de supervivencia.

Nota: 7.5/10