La jaula de las locas 2 (1980)

“La Jaula de las Locas 2” no es, de ninguna manera, un resurgimiento glorioso de la comedia negra italiana de los años 60 que tanto amamos. Sin embargo, y a pesar de algunos problemas evidentes, la película, dirigida con una vitalidad sorprendente por Sergio Sollima, se erige como una pieza interesante y, en ocasiones, inquietante, que explora temas de identidad, paranoia y la fragilidad de la realidad. Sollima, conocido por su trabajo en thrillers de acción, aporta al género un toque de suspense que, a diferencia de sus predecesores, se mantiene a lo largo de toda la película, creando un ambiente de tensión constante, lejos de las risas fáciles que uno podría esperar de una secuela.

La película se centra en la historia de Albin (Philippe Serrault), un hombre que, buscando llamar la atención de su rival Renato (Gian Maria Volonté), adopta la identidad de una mujer en un café. Este simple acto desencadena una serie de eventos que lo arrastra a una conspiración mucho más grande de la que jamás podría haber imaginado. La dirección de Sollima se caracteriza por una puesta en escena meticulosa y un ritmo apretado, que mantiene al espectador en vilo. La fotografía, en tonos oscuros y saturados, acentúa la sensación de claustrofobia y desesperación. El uso del color, especialmente el rojo, es particularmente efectivo para simbolizar el peligro y la traición.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Serrault, como Albin, transmite con convicción el pánico y la confusión de un hombre atrapado en una situación imposible. Volonté, interpretando a Renato, aporta la rudeza y el pragmatismo necesarios para el personaje. Sin embargo, la película podría haber beneficiado de un desarrollo más profundo de algunos personajes secundarios, cuyo papel es a menudo meramente funcional a la trama. A pesar de ello, la química entre Serrault y Volonté es palpable, contribuyendo a la tensión dramática.

El guion, aunque con algunos momentos de agudeza, carece de la complejidad y la sutileza de la original de Mario Monicelli. Se siente un tanto forzado en ciertos puntos, recurriendo a clichés del género y a un ritmo narrativo que a veces resulta demasiado rápido. La trama, centrada en la infiltración y la persecución, pierde parte del humor subversivo y la crítica social que caracterizaban a la primera película. No obstante, la película plantea preguntas interesantes sobre la naturaleza de la identidad y la forma en que la realidad puede ser manipulada y distorsionada. La premisa de un espía que utiliza a un hombre como un mensajero es intrigante y se explora con un cierto grado de originalidad, a pesar de no siempre ser la más lograda.

En definitiva, "La Jaula de las Locas 2" es una película que no alcanza la grandeza de su predecesora, pero que ofrece una experiencia cinematográfica satisfactoria para los amantes del cine negro, especialmente aquellos que aprecien un thriller con un toque de suspense y una atmósfera opresiva. La dirección y las actuaciones garantizan un disfrute moderado, aunque con la conciencia de que se trata de una secuela que, en última instancia, no logra emular el éxito de su modelo.

Nota: 6.5/10