La lección de alemán (2019)

“La lección de alemán” es una película austríaca que, a pesar de su título evocador, no ofrece la explosión de melodía o la sorpresa lingüística que uno podría esperar. En cambio, se erige como una meditación sombría y lenta sobre el peso de la culpa, la memoria fragmentada y las consecuencias del pasado, envuelta en un paisaje austríaco gélido y perturbador. La dirección de Michael Haneke nos obliga a un contacto íntimo y claustrofóbico con el protagonista, Siggi Jepsen, un hombre atormentado por un pasado que regresa para hundirse en su presente.

Ulrich Mühe entrega una actuación excepcional. Su Siggi es un hombre roto, cuya expresión es más decir que mil palabras. Mühe no recurre a grandes dramatizaciones o miradas intensas. Su actuación se basa en la sutil expresión facial, en la postura encorvada, en los pequeños gestos que revelan la profunda angustia que lo consume. Es una interpretación que requiere una atención constante del espectador, una empatía silenciosa que se recompensa con una comprensión profunda de la soledad del personaje.

El guion, adaptado de una novela de Ferdinand von Schirach, es deliberadamente pausado y minimalista. Haneke no siente la necesidad de explicar cada detalle, de proporcionar respuestas fáciles. En cambio, nos presenta una serie de fragmentos de recuerdos, de conversaciones breves y de silencios cargados de significado. La narrativa se construye como un rompecabezas emocional, donde cada pieza revela un poco más sobre la relación entre Siggi y su padre, Jens Ole Jepsen. La historia se centra en la peculiar vigilancia de Jens Ole sobre el artista Ludwig Nansen, una figura que se convierte en un catalizador para la introspección del protagonista. La conexión entre estos dos personajes y la naturaleza de su relación son lo que realmente sustentan la trama.

Sin embargo, es importante señalar que la película no es un despliegue de drama psicológico. El ritmo deliberadamente lento y la falta de desarrollo de algunos personajes secundario pueden frustrar a algunos espectadores. La ausencia de diálogos extensos puede resultar, para algunos, tediosa, y el final, aunque reflexivo, es ambiguo y no ofrece una resolución definitiva. La película se concentra en la experiencia interior del protagonista, en su lucha con la culpa y en la dificultad de reconciliar el pasado con el presente. El uso de la fotografía, con sus tonos grises y el contraste entre la luz y la sombra, contribuye a la atmósfera opresiva y melancólica de la película.

A pesar de sus posibles defectos, “La lección de alemán” es una película poderosa y memorable. Es una obra que invita a la reflexión sobre temas universales como la responsabilidad, el trauma y la naturaleza de la memoria. Es una película que permanece en la mente mucho después de que terminan los créditos, un documento sobre la dificultad de lidiar con los fantasmas del pasado y la búsqueda, a menudo inútil, de la redención.

Nota: 7/10