La lectora (2017)

“La Lectora” es una película que te envuelve, no por su espectacularidad visual, sino por la intensidad emocional que imprime la historia de su protagonista. La obra de Juan Antonio Roda se adentra en los rincones más oscuros del alma, explorando la pérdida, el dolor, la soledad y, sorprendentemente, el poder redentor del amor. La película no intenta ser grandilocuente ni ofrecer soluciones fáciles a las heridas del pasado, sino que se limita a retratar la realidad cruda y desgarradora de un hombre que ha perdido todo, y lucha por encontrar un nuevo significado a la vida tras un trauma devastador.

La dirección de Roda es notablemente sutil. Evita el sentimentalismo gratuito, optando por un enfoque realista y, a veces, incluso frío. La película no busca el melodrama barato, sino que permite que la historia se desarrolle de manera orgánica, dejando que el espectador sienta el peso de la desesperación de David, el protagonista interpretado magistralmente por Eduardo Noriega. Su actuación es la columna vertebral de la película, transmitiendo con una precisión asombrosa la fragilidad física y emocional del personaje, y la gradual recuperación de su espíritu. Noriega, en un papel que exige una gran fortaleza interpretativa, logra que el espectador se conecte profundamente con su sufrimiento.

La relación entre David y la esposa del empresario, interpretada con una belleza y vulnerabilidad contundente por Adriana Ugarte, es el corazón palpitante de la película. No es un romance convencional, sino una conexión basada en la empatía, la comprensión y el reconocimiento mutuo del dolor. La química entre ambos actores es palpable, dando lugar a un diálogo inteligente y a una escenificación de sus sentimientos que evita los clichés del género. Ugarte se aparta de sus roles habituales, mostrando una madurez y una profundidad que sorprenden. La complejidad de su personaje, con sus propios secretos y su propia carga emocional, añade una dimensión adicional a la narrativa.

El guion, adaptado de la novela homónima de Carmen Posadas, es preciso y bien estructurado. La historia se desarrolla a un ritmo pausado, permitiendo que la atmósfera de melancolía y desolación se filtre en la pantalla. Las conversaciones entre David y la esposa del empresario, aunque a veces densas y largas, son fundamentales para el desarrollo de la trama y para la exploración de los temas principales: la pérdida, la memoria y la búsqueda de la felicidad. La película, sin embargo, podría beneficiarse de un pulido en algunos diálogos, que a veces resultan un tanto expositivos. No obstante, la fuerza del material original y la dirección cuidadosa logran compensar estas pequeñas imperfecciones.

En definitiva, “La Lectora” es una película conmovedora y reflexiva que invita a la contemplación. Es una película que no te dejará indiferente, y que te hará pensar en la fragilidad de la condición humana y en la capacidad que tenemos para superar las adversidades. Una obra imprescindible para aquellos que aprecien el cine que no teme abordar temas difíciles con sensibilidad y profundidad.

Nota: 8/10