La ley de la calle (1983)

(EN) · Crimen, Drama · 1h 34m

Siendo una leyenda, ningún líder puede sobrevivir.

Póster de La ley de la calle
Media
4.6 /10

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Sinopsis

Rusty James (Matt Dillon) es un joven que sueña con volver a los tiempos de las pandillas juveniles para emular a su hermano mayor (Mickey Rourke), que en su día fue líder de una de ellas y que arrastra una reputación de rebelde e intocable como "el chico de la moto". Pero ahora su hermano ya no está, pues hace dos meses que se marchó, y a Rusty le han citado para una pelea.

Ficha de la película

Título original

Rumble Fish


Estreno


Géneros

Idioma original

EN



Guionista

Doug Claybourne, Fred Roos


Reparto principal de La ley de la calle

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en La ley de la calle.

Tráiler Oficial

Ver tráiler oficial de La ley de la calle

Nuestra crítica de La ley de la calle

Opinión editorial sobre la película y valoración general del contenido.

Por el equipo de Programación en Directo

Jean-Claude Van Damme da vida a un exsoldado con serias secuelas físicas que entrará en acción para ayudar a dos hermanos de 14 y 10 años, dos chicos de su barrio que intentan escapar de las garras de la banda que domina la zona con puño de hierro.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto La ley de la calle. Consulta sus valoraciones y comentarios.

María Cantero
⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (6.0/10)

“La ley de la calle” (Roadway to Perdition), de Mikael Salomon, es una película que se aferra a la nostalgia de los años 70, a su estética visual y a la promesa de un drama criminal con toques de violencia explícita, pero que termina siendo un ejercicio estilístico más que una historia profundamente resonante. No es una película que sobresale por su innovación, sino por su atmósfera y por la capacidad de evocar un mundo que ya no existe, un mundo de pandillas, motocicletas y una moralidad retorcida. Y aunque en eso sí lo hace magistralmente, la profundidad narrativa se queda en un segundo plano.

La dirección de Salomon es, sin duda, el punto fuerte de la película. La película se construye con una meticulosa atención al detalle, recreando con fidelidad el ambiente de Detroit en 1968. Las tomas largas y los planos abiertos transmiten una sensación de inmediatez, de estar en medio de la acción. La utilización del color, especialmente el naranja y el ocre, le confiere un tono cálido y opresivo, perfecto para la época y para la naturaleza de la trama. La banda sonora, compuesta por Marvin Gaye, actúa como un leitmotiv que impregna la película, realzando las escenas de tensión y de melancolía.

Las actuaciones son sólidas, aunque no siempre sobresalientes. Matt Dillon, en el papel de Rusty James, ofrece una interpretación natural y convincente, capturando la ambición y la frustración de un joven que busca su lugar en el mundo. Mickey Rourke, como el ex líder de la pandilla, aporta una presencia imponente y un aura de peligro que le convierten en un personaje memorable, aunque su arco narrativo resulta algo simplificado. El resto del reparto, incluyendo a Bridget Fonda y a Patrick Dempsey, cumple su cometido con diligencia, pero sus personajes carecen de profundidad y complejidad.

El guion, escrito por Jake Johnston y Christopher Nolan, es el aspecto más débil de la película. Si bien la premisa es interesante – un joven que intenta emular al hermano mayor, un criminal legendario – la historia se desarrolla de forma lineal y predecible. Los diálogos son a menudo expositivos y poco creíbles, y la trama carece de giros inesperados. La película se centra demasiado en la violencia y el espectáculo, descuidando el desarrollo de los personajes y la exploración de temas más profundos. Hay una oportunidad perdida para comentar sobre las injusticias sociales y las consecuencias de la violencia, pero el guion se limita a presentar una visión superficial y estereotipada de la vida de las pandillas.

En definitiva, “La ley de la calle” es una película visualmente atractiva y con una atmósfera evocadora, pero que se queda corta en términos de historia y profundidad. Es un espectáculo de motocicletas y violencia que, aunque entretenida, no dejará una huella duradera. Es un ejemplo de cómo una estética cuidada puede no ser suficiente para compensar un guion mediocre.

Nota: 6/10

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