La ley de Murphy (1986)

“La Ley de Murphy” es un thriller psicológico que, a pesar de sus elementos de acción y venganza, se erige como una película que deja un sabor agridulce. Dirigida con mano firme por Peter Crowley, la película se adentra en la mente torturada de Jack Murphy, un hombre despojado de su vida y atormentado por la injusticia. La trama, aunque inicialmente sencilla, evoluciona de manera efectiva, transformándose en una espiral de violencia y paranoia que mantiene al espectador en un constante estado de tensión.

La dirección de Crowley es la principal fortaleza de la película. La atmósfera opresiva, creada mediante la fotografía sombría y el uso inteligente de la iluminación, refleja a la perfección el estado mental de Jack, un hombre que ha perdido todo y que se ve sumido en un infierno personal. Crowley no se dedica a la espectacularidad visual, sino que se centra en la construcción de la atmósfera, utilizando el silencio y la anticipación para generar una sensación palpable de peligro inminente. La película es una obra de maestría en la creación de tensión psicológica, permitiendo que el espectador sienta la desesperación y la creciente locura de Jack.

El protagonista, interpretado magistralmente por Brendan Gleeson, es el corazón de la película. Gleeson ofrece una interpretación escalofriante y profundamente conmovedora de un hombre que ha perdido todo y que se aferra a la venganza como a un salvavidas. La evolución de Jack, desde un hombre roto y desesperado hasta un asesino implacable, es llevada a cabo con una gran sutileza y complejidad. No se le presenta como un héroe, ni como un villano; simplemente como un hombre que ha sido engañado y que busca justicia, por retorcida que esta sea. La actuación de Gleeson es una de las mejores que he visto en años, capaz de transmitir tanto dolor como furia con una intensidad impresionante.

El guion, coescrito por Crowley y Peter McKenna, es sólido y bien construido. Aunque la trama se basa en clichés de thrillers de venganza, el guion evita los excesos y se centra en la construcción del personaje y la exploración de las motivaciones de Jack. Las secuencias de acción son brutales y gráficas, pero se integran de manera orgánica en la narrativa, sin sentirse forzadas ni gratuitas. El diálogo es conciso y efectivo, permitiendo que los personajes se comuniquen de manera clara y directa. Un pequeño punto débil reside en algunos diálogos de relleno, que podrían haberse acortado sin afectar significativamente la trama. No obstante, la historia mantiene el interés hasta el final, ofreciendo giros inesperados que desafían las expectativas del espectador.

En definitiva, “La Ley de Murphy” es una película visceral y perturbadora que explora las profundidades de la venganza, la justicia y la naturaleza humana. Es un thriller psicológico que, aunque no está exento de defectos, ofrece una experiencia cinematográfica intensa y memorable. No es una película fácil de ver, pero para aquellos que buscan un thriller que les haga pensar y sentir, es una opción muy recomendable.

Nota: 7.5/10