La leyenda de Sarila (2013)

“La leyenda de Sarila” es una película que, a pesar de sus ambiciones, se encuentra en una zona gris entre la aventura épica y la narración elemental. El director, Antti-Jalm Marila, se atreve a presentar un mundo visualmente deslumbrante, un paisaje ártico brutal y evocador, una extensión helada y desolada que se convierte en un personaje en sí mismo. La fotografía, en particular, es sobresaliente, capturando la belleza salvaje y la dureza implacable de la tundra. Desde los primeros planos de la nieve que se desliza hasta los panorámicos de la aurora boreal, la película está llena de momentos visualmente impactantes y memorables. Sin embargo, esta belleza visual no siempre está respaldada por una narrativa sólida.

El guion se complica. Si bien la premisa – una comunidad desesperada en busca de una solución para su hambre y la amenaza de un equilibrio ecológico roto – es atractiva, la ejecución es, en ocasiones, torpe. El ritmo es irregular, con momentos de acción trepidante intercalados con largas pausas de diálogo que, si bien buscan profundizar en la cultura y la dinámica del clan, a menudo resultan lentas y poco convincentes. El desarrollo de los personajes, en particular el de Markussi, no alcanza la profundidad que merecen. A pesar de sus motivaciones nobles, su evolución a lo largo de la película no se siente orgánica, y sus decisiones, a veces, parecen impulsadas más por la necesidad de avanzar la trama que por su propia psicología.

Las actuaciones son competentes, aunque no sobresalientes. Juri Elo se muestra convincente como Markussi, transmitiendo la desesperación y la determinación del protagonista. Las interpretaciones de los actores de reparto, principalmente el elenco Sami, son auténticas y genuinas, aportando un sabor local muy importante a la película. Sin embargo, la dirección de actores, en general, no alcanza el nivel de la fotografía o del diseño de producción, lo que afecta el impacto emocional de algunos momentos clave. El personaje de Kimi, el lemming, aunque adorable, a menudo se siente como un añadido más que como una pieza integral de la historia.

El conflicto central, la búsqueda de Sarila y la confrontación con Kiliq, el shaman, está bien construido, pero la película no explora en profundidad las consecuencias de sus acciones. La idea de restaurar el equilibrio natural es atractiva, pero la película no profundiza en las razones detrás del desequilibrio inicial ni en las implicaciones de su restauración. Aun así, la película consigue generar tensión y emoción a medida que el grupo se enfrenta a peligros cada vez mayores y a la ira del shaman. El enfrentamiento final, aunque visualmente impactante, carece de la resonancia emocional que se podría haber logrado con una mayor exploración de las motivaciones de los personajes.

Nota:** 6/10