La leyenda del llanero solitario (1981)

“La leyenda del llanero solitario” es un western revisionista que, a pesar de sus evidentes influencias, logra plantear preguntas interesantes sobre la moralidad, la venganza y la naturaleza del heroísmo. No es una película que se limite a seguir el patrón del género, sino que se adentra en las complejidades de un hombre consumido por la pérdida y la necesidad de justicia, aunque sea a costa de su propia humanidad. La película se centra en John Ried, interpretado con una intensidad palpablemente real por Robert Fuller, un personaje marginado que se ve arrastrado a un ciclo de violencia implacable. Fuller consigue transmitir la soledad, el dolor y la determinación de Ried de manera convincente, ofreciendo una actuación que trasciende lo meramente protagónico y se acerca a un retrato psicológico.

La dirección de Stuart Heighway es notable por su ritmo pausado, que permite al espectador sumergirse en la desolación del paisaje y en la atmósfera opresiva de la historia. No hay explosiones grandilocuentes ni persecuciones frenéticas; la tensión se construye sutilmente, a través de la fotografía en tonos apagados, la banda sonora melancólica y los planos que capturan la inmensidad de la Tierra y la insignificancia del hombre ante ella. La cinematografía, en general, es una de las fortalezas de la película, creando una sensación de auténtico western, evocando el ambiente de los años 50, pero sin caer en la nostalgia barata. Heighway evita el glamour y se centra en la dureza de la vida en el oeste, donde la supervivencia es una lucha constante.

El guion, coescrito por James Duff y Stuart Heighway, es quizás el elemento más desafiante de la película. Aunque a veces recae en clichés del género, logra ofrecer momentos de reflexión profunda sobre el significado de la venganza. La figura de Butch Cabendich, el villano, no es simplemente un maldad sin rostro, sino un hombre consumido por sus propias experiencias y por la crueldad del mundo. Su motivación, aunque retorcida, es comprensible, lo que añade una capa de complejidad a la narrativa. La película no ofrece respuestas fáciles; en lugar de demonizar al villano, la presenta como un producto de su entorno, lo que obliga al espectador a cuestionar sus propios valores y a considerar las consecuencias de la violencia.

Si bien el ritmo lento puede resultar tedioso para algunos espectadores, “La leyenda del llanero solitario” es una película con una gran personalidad. Es un western que se preocupa por explorar las sombras de la moralidad y que ofrece una visión poco convencional del héroe. Robert Fuller, a pesar de no ser un actor con un gran número de papeles a sus espaldas, brilla con luz propia, demostrando una madurez interpretativa que sorprendió a muchos críticos de la época. La película, en definitiva, es un homenaje al género western, pero también una crítica incisiva de la violencia y una meditación sobre la naturaleza del destino.

Nota:** 7/10