“La Maldición de Chucky” (Child’s Play 2022) no es una re-imaginación gloriosa ni un intento de revitalizar un clásico. Es, en realidad, una película que se basa con cautela en la esencia de la saga original, no en la búsqueda de la innovación. Tras la decepcionante “Child’s Play” (2019), esta secuela se presenta como una evolución más lógica y, en mi opinión, considerablemente mejor, construyendo una atmósfera de terror psicológico y asesinato que, a pesar de sus limitaciones, logra mantenerte pegado a la pantalla. La película se centra en el trauma de Nica, interpretada con una vulnerabilidad palpable por Fiona Dourif, quien transmite la angustia de una joven lidiando con el dolor y la sospecha. Su actuación es el corazón de la película y la columna vertebral de su narrativa inquietante.
La trama se centra en la llegada de Chucky, el muñeco poseído, y la inquietante serie de asesinatos que azotan la familia de Nica. Si bien la premisa básica se mantiene fiel a la franquicia, la película profundiza en el pasado turbulento de Chucky, revelando que su sed de venganza no es un impulso repentino, sino el resultado de una tragedia que lo atormenta desde hace dos décadas. La película, con dirección de Tripper Anderson, se beneficia de un tono más oscuro y pesado que se aleja de los elementos más campy de las entregas anteriores. La atmósfera se construye lentamente, utilizando la iluminación y la banda sonora para generar tensión y suspense, creando un ambiente que te hace sentir incómodo y perturbado. Se intenta explorar el concepto de “maldición”, no como un elemento sobrenatural simple, sino como una fuerza vengativa implacable, alimentada por el dolor y la ira. El uso del formato de "flashback" para revelar fragmentos del pasado de Chucky funciona relativamente bien, aunque podría haberse profundizado más en estos momentos para darles mayor impacto emocional.
Las actuaciones son sólidas en general. Danielle Bisutti ofrece un buen contrapunto a la fragilidad de Nica, y el diseño de Chucky, tanto visual como de voz, es inquietante y efectivo. La película no se preocupa por dar explicaciones sobre el origen de Chucky, permitiendo que el misterio y la amenaza sean más efectivos. Sin embargo, el guion, escrito por Donald Todd, a veces se siente un poco forzado y carente de sutileza. Algunos diálogos se sienten poco naturales y algunos giros argumentales son predecibles. Aunque logra mantener el interés con sus elementos de terror, no alcanza a ser verdaderamente innovador. El desarrollo de la relación entre Nica y Chucky, aunque central en la trama, a veces se siente superficial, perdiendo la oportunidad de explorar las dinámicas de poder y manipulación.
En resumen, “La Maldición de Chucky” es una película de terror decente, que ofrece momentos genuinamente inquietantes y una exploración más madura de la figura del muñeco asesino. No es una obra maestra, pero sí una secuela que, en última instancia, se siente más coherente y satisfactoria que sus predeces. Si eres fan de la saga, o simplemente buscas una película de terror con una atmósfera tensa, esta puede ser una opción. Nota: 7/10