La mano izquierda de Dios (1955)

“La Mano Izquierda de Dios” (The Left Hand of God) no es una película fácil de digerir, ni tampoco pretende serlo. Es una obra que se instala en la mente, dejando tras de sí una sensación de incomodidad, de ambigüedad moral y de la fragilidad de la humanidad ante el horror de la guerra. Christopher Nolan, en su incursión en el thriller religioso, ofrece un relato visceral y perturbador, lejos del blockbuster que podría haberse esperado de un actor tan prolífico como Ryan Gosling.

La dirección de Nolan es, como es habitual en él, impecable. Maneja el tiempo y el ritmo con una precisión quirúrgica, jugando con la percepción del espectador y creando una atmósfera de constante tensión. El uso del color, en particular el rojo carmesí que impregna la película, es un elemento fundamental para generar inquietud y simbolismo, representando tanto la sangre derramada como la pasión y el fervor religioso que se desatan en la región. Nolan no se limita a contar la historia; la *experimenta* a través de la cámara, utilizando primeros planos intensos y movimientos de cámara que nos sumergen en la angustia de los personajes.

Ryan Gosling ofrece una actuación magistral, interpretando a Robert Molloy con una vulnerabilidad palpable. No es el atractivo héroe de acción que podría haber encajado en la narrativa. Molloy es un hombre roto, marcado por un pasado oscuro que lo persigue implacablemente. Su actuación no se basa en la grandilocuencia, sino en la sutileza, transmitiendo la desesperación y el conflicto interno a través de miradas, gestos y silencios. Humphrey Bogart, en su breve aparición como el padre Walsh, aporta una dosis de elegancia y gravedad al personaje, aunque su rol es limitado.

El guion, co-escrito por Nolan y Simon Kinnear, es el corazón de la película. Se centra en la moralidad difusa de la guerra y en la dificultad de discernir el bien del mal. La historia explora la naturaleza de la fe, la redención y el precio de la justicia. La película plantea preguntas incómodas sobre la legitimidad de la violencia y sobre la capacidad del ser humano para cometer actos horribles en nombre de una causa superior. El guion no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión y al debate. La trama, aunque aparentemente simple, está repleta de detalles y giros inesperados que mantienen al espectador enganchado. Es una historia de venganza, sí, pero también una profunda meditación sobre la condición humana.

Sin embargo, “La Mano Izquierda de Dios” no está exenta de fallos. Algunos diálogos resultan forzados y la trama, en su parte final, se torna un tanto inverosímil. No obstante, estos pequeños defectos palidecen frente a la fuerza emocional y la calidad artística de la película. Es un filme que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos, y que merece ser visto con atención y respeto.

Nota: 7/10