La mansión encantada (2003)

“La Mansión Gracey” (1990), con Eddie Murphy en el papel de Jim Evers, es un ejemplo paradigmático del terror "de estilo suave" o “slasher” moderno, un subgénero que prioriza la atmósfera y el suspense psicológico sobre los sustos repentinos y sangrientos. Aunque hoy en día puede parecer un producto relativamente sencillo, la película, dirigida por Fred Dekker, logró generar expectación y un impacto considerable en su momento, y sigo pensando que merece más atención de la que suele recibir. La película no se centra en la violencia explícita, sino en la sensación constante de inquietud y la gradual erosión de la cordura de los protagonistas.

La dirección de Dekker es notablemente efectiva. Se establece un tono inquietante desde los primeros minutos, aprovechando la arquitectura imponente de la mansión y la iluminación tenue para crear una atmósfera de opresión y misterio. La cinematografía de David Allen Miller, aunque no sea revolucionaria, contribuye a reforzar esa sensación de incomodidad. Observamos un uso inteligente del plano secuencia, particularmente en la secuencia inicial de la exploración de la mansión, que crea una sensación de claustrofobia y desorientación, obligando al espectador a sentir, casi físicamente, el mismo malestar que experimentan los personajes. Sin embargo, algunos momentos parecen un poco forzados, especialmente cuando se intenta generar tensión con efectos especiales que, con el paso del tiempo, se ven datados.

Eddie Murphy ofrece una interpretación sólida como Jim Evers, un hombre consumido por su trabajo y poco dispuesto a dejarlo ir, incluso cuando el destino le obliga a enfrentarse a lo desconocido. Aunque el personaje podría haber sido más complejo, Murphy aporta una dosis de humor negro que contrasta con la creciente desesperación de la situación. Marsha Thomason, como su esposa, también ofrece una actuación convincente, transmitiendo la preocupación y el miedo a medida que la mansión revela sus secretos. El resto del elenco secundario, interpretado por actores menos conocidos, cumplen su función de dar vida a los extraños habitantes de la mansión, muchos de ellos con motivaciones oscuras y poco claras.

El guion, co-escrito por Dekker y Frank Moss, es donde la película realmente sufre. Si bien la premisa - la llegada de un agente inmobiliario a una mansión con un pasado misterioso - es interesante, la ejecución es un tanto predecible. Los clichés del género están ahí, desde las visitas nocturnas y las revelaciones escalofriantes, hasta la identificación gradual de los verdaderos culpables. A pesar de ello, el ritmo es sólido y, en general, las “twist” sufre bastante poco. Lo que más me resulta curioso es la falta de exploración de la historia detrás de la mansión y sus antiguos ocupantes. Se podría haber profundizado más en el pasado de la familia Gracey para generar un suspense aún mayor y ofrecer un contexto más rico a los eventos que se desarrollan. En definitiva, la película logra ser entretenida, pero carece de la profundidad temática que podría haberle elevado a un nivel superior.

Nota: 6/10