La mesita del comedor (2022)

“La mesita del comedor” es una película que, en principio, parece sencilla y casi insípida: una pareja, sumida en una crisis matrimonial y recién convertida en padres, se enfrenta a un obstáculo aparentemente trivial – la compra de una mesita para el comedor – que desencadenará una serie de eventos perturbadores y profundamente inquietantes. Sin embargo, tras superar la fachada inicial, la película se revela como una obra maestra del suspense psicológico, un thriller doméstico que te aferra al asiento con una tensión implacable. Y lo hace, en gran parte, gracias a la dirección magistral de Marc Turtletaub.

Turtletaub construye un ambiente de constante desasosiego. No hay grandilocuencia en la dirección; en cambio, se centra en los pequeños detalles, en las miradas furtivas, en el silencio incómodo entre los personajes. La película se beneficia enormemente de una fotografía cuidada, con una paleta de colores apagados y una iluminación que oscurece las sombras, contribuyendo a la sensación de claustrofobia y paranoia. La música, sutil pero efectiva, se convierte en un personaje más, amplificando la incomodidad y el peligro inminente. Turtletaub utiliza planos largos y conversaciones aparentemente anodinas para crear una atmósfera de inquietud latente, donde nada parece ser lo que parece.

Las actuaciones son sobresalientes, con un Brian Cox que brilla como el marido, Robert, un hombre roto y aparentemente insípido que, sin embargo, alberga una oscuridad inexplorada. Su interpretación es increíblemente sutil, transmitiendo una mezcla de vulnerabilidad y amenaza. Pero es quizás Anna Paquin quien se lleva la palma, interpretando a la esposa, Sarah, con una mezcla de desesperación, fragilidad y un creciente terror que es absolutamente convincente. Paquin logra transmitir la sensación de que Sarah está intentando desesperadamente mantener la cabeza sobre el agua, sin saber que el peligro la acecha en su propio hogar. La química entre ambos actores es palpable, intensificando la tensión dramática y permitiendo que la historia se desarrolle de forma orgánica.

El guion, adaptado de una novela de Nicholas Kulbach, es la verdadera joya de la película. La trama es intrincada y sorprendente, llena de giros inesperados que desafían la lógica y te obligan a replantearte todo lo que creías saber. No hay explicaciones fáciles; la película se deja abierta a la interpretación, permitiendo que el espectador se cuestione la naturaleza de la realidad y la fragilidad de las relaciones humanas. El guion no se limita a sustentar el suspense; también explora temas como la responsabilidad, el trauma y la manipulación, planteando preguntas profundas sobre la naturaleza del mal y el impacto de los secretos en nuestras vidas. La película logra mantener el suspense y la inversión emocional a lo largo de todo el metraje, sin caer en clichés del género.

Finalmente, “La mesita del comedor” es una experiencia cinematográfica inquietante y memorable, una película que te perseguirá después de salir del cine. Si buscas un thriller psicológico inteligente, con actuaciones sólidas y un guion intrigante, esta película te encantará. Es una obra que demuestra el poder del suspense bien construido y la importancia de prestar atención a los pequeños detalles.

Nota: 8.5/10