La monja II (2023)

“La Monja II” no es, precisamente, una obra maestra del género de terror sobrenatural. Si bien la premisa, una serie de asesinatos inexplicables y la reaparición de la hermana Irene, evoca la atmósfera inquietante de “The Exorcist” (1973), la película se ve afectada por una ejecución lánguida y una falta de ambición que la condenan a ser un ejercicio de nostalgia más que de innovación.

La dirección de Pål Olaussen es discreta, por decir lo menos. No se atreve a explorar visualmente lo perturbador que podría haberlo hecho, centrándose en la cámara lenta y las sombras, elementos que en exceso se utilizan para crear una sensación de incomodidad que, en lugar de ser efectiva, resulta artificial. La película carece de un estilo propio, derivando de la estética de las películas de terror clásicas, pero sin aportar nada nuevo a este marco.

El elenco, liderado por Ingrid Bolsø, como la hermana Irene, logra transmitir una sensación de agotamiento y desesperación, pero incluso sus actuaciones más convincentes no son suficientes para compensar la debilidad de la trama. Bolsø, con una expresión facial y un lenguaje corporal sutilmente expresivos, transmite el peso de su personaje, la carga de sus experiencias pasadas y la impotencia frente a un mal que parece incontrolable. Sin embargo, los demás personajes, con excepción quizás de algunos secundarios, son meras caricaturas, construcciones que cumplen su función narrativa sin aportar profundidad ni interés.

El guion es, sin duda, el punto débil más evidente de la película. El ritmo es pausado, casi glacial, y la trama se desarrolla de forma predecible, siguiendo patrones narrativos ya ampliamente utilizados en el género. Los flashbacks, aunque necesarios para contextualizar la historia, se insertan de forma forzada, sin conectar de manera orgánica con la narrativa principal. El desarrollo de la amenaza demoníaca es superficial, y se basa en clichés y explicaciones poco convincentes. Se intenta generar suspenso, pero la falta de confianza en la historia y en los personajes minan cualquier intento de crear una atmósfera de tensión real.

La película trata de evocar un sentimiento de terror psicológico y de culpa, pero finalmente se ve obstaculizada por su ejecución técnica y narrativa. La banda sonora, aunque efectiva en algunos momentos, no lograra mantener la tensión de forma constante. El maquillaje y los efectos especiales son aceptables, sin destacar, y se limitan a reproducir elementos visuales ya vistos en otras producciones similares. "La Monja II" es, en última instancia, una decepción que no cumple con las expectativas generadas por su título y por la reputación de la original.

Nota: 5/10