La muerte de Stalin (2017)

(EN) · Comedia, Drama, Historia · 1h 56m

En el Kremlin, nadie puede escuchar tu esquema

Póster de La muerte de Stalin
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Sinopsis de La muerte de Stalin

La noche del 2 de marzo de 1953 murió un hombre. Ese hombre es Josef Stalin, dictador, tirano, carnicero y Secretario General de la URSS. Y si juegas tus cartas bien, el puesto ahora puede ser tuyo. Una sátira sobre los días previos al funeral del padre de la nación. Dos jornadas de duras peleas por el poder absoluto a través de manipulaciones, lujurias y traiciones.

Ficha técnica

Título original

The Death of Stalin


Estreno



Idioma original

EN



Guionista

Nicolas Duval Adassovsky, Laurent Zeitoun, Kevin Loader, Yann Zenou


Reparto principal de La muerte de Stalin

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en La muerte de Stalin.

Tráiler Oficial

Ver tráiler oficial de La muerte de Stalin

Nuestra crítica de La muerte de Stalin

Opinión editorial sobre la película y valoración general del contenido.

Adaptación de la novela gráfica homónima de Fabien Nury y Thierry Robin publicada en 2010, este multipremiado filme (mejor comedia en los Premios del Cine Europeo, cuatro galardones en los British Independent Film Awards...) está protagonizado por un reparto coral que encarna a los diferentes contendientes en la lucha por ocupar el puesto del recién fallecido Stalin. Así, Steve Buscemi es el político Nikita Khrushchev, Simon Russell Beale es el director del servicio secreto ruso, Jeffrey Tambor es el sucesor legítimo del Secretario General y Andrea Riseborough y Rupert Friend son los hijos del propio Stalin.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto La muerte de Stalin. Consulta sus valoraciones y comentarios.

⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (9.0/10)

“La muerte de Stalin” es una obra maestra de la sátira política, una película que no solo te hace reír a carcajadas, sino que también te obliga a reflexionar sobre la fragilidad del poder, la hipocresía y la banalidad del mal. Jonathan Glazer, el director, logra plasmar con una precisión brutal el caos y la confusión que reinan en la burocracia soviética en los días inmediatamente posteriores a la muerte del dictador. No se trata de una biografía, sino de un retrato fragmentado, un mosaico de escenas que se entrelazan para revelar un panorama desolador de las luchas internas, las mentiras y la desesperación de aquellos que intentan aprovecharse de la muerte de Stalin.

La película, basada en el aforismo de George Orwell, se centra en la frenética carrera por el poder que se desencadena en la jefa de la seguridad del partido, Lavrenty Beria, y en el jefe de la policía secreta, Genrich Yagoda. Estos dos personajes, interpretados magistralmente por Mikolai Żuraw y Adam Driver, respectivamente, son dos de los principales actores en un juego de intrigas y manipulación. Sin embargo, la película va más allá de estos dos personajes principales, ofreciendo instantáneas de una miríada de personajes secundarios, cada uno con sus propios deseos, ambiciones y miedos. Estas figuras, como la excéntrica Yefimka, la vieja ama de cría, o el torpe y cínico ministro de agricultura, Boris Malenkov, son cruciales para la construcción de la atmósfera de paranoia y desasosiego.

Las actuaciones son, en su conjunto, sobresalientes. Adam Driver ofrece una interpretación particularmente convincente como Yagoda, un hombre que oscila entre la brutalidad y la vacuidad, un tipo que parece incapaz de sentir nada más allá de su propia ambición. Mikolaj Żuraw, en cambio, aporta una profundidad inquietante a Beria, un hombre que personifica la crueldad y la pragmática del régimen. El resto del reparto contribuye a la riqueza y la complejidad de la narrativa. La dirección de Glazer es impecable: utiliza una estética visual peculiar, con tomas sorprendentes y un montaje fragmentado que refleja el estado mental de los personajes. El uso de la música, en particular, es muy efectivo, creando un ambiente de tensión y suspense.

El guion, adaptado del libro de Robert Chandler, es brillante. No rehúye el humor negro, pero lo utiliza con una intención crítica muy clara. La película no glorifica a Stalin, ni tampoco lo demoniza de forma simplista. Más bien, lo presenta como un hombre insignificante, un líder mediocre que, por pura suerte y circunstancias históricas, logró acumular un poder absoluto. La película examina la relación entre la realidad y la propaganda, mostrando cómo la verdad se distorsiona y manipula para servir a los intereses del régimen. La sátira es incisiva y mordaz, revelando la hipocresía y la contradicción del sistema soviético. “La muerte de Stalin” es, en definitiva, una película provocadora y estimulante que invita a la reflexión.

Nota: 9/10

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