La muerte del Sr. Lazarescu (2005)

“La muerte del Sr. Lazarescu” (2007) de Cristi Puiu no es una película que te entretenga en el sentido tradicional. No es un drama con un arco argumental sencillo y rápido. Es, en cambio, una experiencia visceral, una inmersión profunda en la soledad, la desesperación y la inacción de un hombre que se enfrenta a su propia mortalidad. Puiu nos presenta a Radu Lazarescu, un hombre de mediana edad, viudo y aparentemente sin propósito, que, una noche cualquiera, sufre un problema de salud que lo lleva a una serie de hospitales que, irónicamente, no parecen saber qué hacer con él. Esta desorientación, esta incapacidad de ofrecer un trato humano y efectivo, es, quizá, el corazón de la película y la causa de su impacto tan duradero.

La dirección de Puiu es magistral en su economía y su insistencia en lo aparentemente banal. Las largas tomas, la cámara a la altura del suelo, la ausencia de música (con excepción de algunos silbidos disonantes) contribuyen a crear una atmósfera de aislamiento y abandono. Puiu no busca emocionar al espectador con dramatismo, sino que lo obliga a reflexionar sobre la condición humana, sobre la indiferencia, sobre el valor de la vida. La película se basa en la observación paciente y detallada de la vida cotidiana, y en la construcción sutil de la personalidad de Radu, a través de sus conversaciones y sus gestos. La sensación de incomodidad constante, de un malestar latente, es palpable y se transmite de manera impecable al público.

La actuación de Adrian Titulescu como Radu Lazarescu es, sencillamente, extraordinaria. Titulescu no interpreta un personaje, sino que *es* Radu. Su mirada, su voz apagada, su forma de moverse, sus silencios cargados de significado, son todos elementos que contribuyen a la creación de un personaje inolvidable. La sutileza de su interpretación es admirable. No hay grandes momentos de angustia o de desesperación, sino una gradual erosión de la esperanza, un proceso lento y doloroso que se transmite con una honestidad brutal. También merece especial mención la interpretación de el resto del elenco, que aporta la necesaria naturalidad y autenticidad a la historia.

El guion, escrito por Puiu y Horațiu Neculau, es una obra maestra de la concisión. La película está llena de diálogos breves y significativos, que revelan la complejidad emocional de Radu y su relación con el mundo que le rodea. Las conversaciones con su hija, Bianca, son especialmente conmovedoras, reflejando la distancia emocional y la falta de conexión entre ellos. La historia, aunque aparentemente sencilla, está cargada de simbolismo y sugerencias, invitando al espectador a interpretar y a reflexionar sobre el significado de lo que se muestra. No se explica nada, se deja al espectador con la sensación de que lo que ha visto es solo un fragmento de una vida mucho más amplia y compleja.

La película no es para todos los públicos. Requiere paciencia, atención y una cierta disposición a aceptar la incomodidad y la incertidumbre. Pero para aquellos que estén dispuestos a someterse a la experiencia, “La muerte del Sr. Lazarescu” ofrece una visión profundamente humana y conmovedora de la fragilidad de la vida y la dificultad de encontrar sentido en ella.

Nota: 9/10