La muerte tenía un precio (1965)

“La muerte tenía un precio” es, en su esencia, una película de acción pulida y efectiva, aunque que, a pesar de su ritmo ágil y sus momentos de intensa tensión, no logra alcanzar la profundidad dramática que podría haberle elevado a un rango superior. Dirigida por Walter Hill, conocedor de la violencia estilizada y el western moderno, la película nos sumerge en un paisaje desolado y plagado de sombras, escenario perfecto para la historia de dos cazadores de recompensas. Hill aprovecha al máximo los elementos visuales, creando una atmósfera de constante amenaza y un diseño de producción impecable que refleja la dureza del mundo en el que se mueven sus protagonistas.

La dirección de Hill se distingue por una economía de medios muy notable. No se apoya en efectos especiales ostentosos, sino que confía en la puesta en escena, la coreografía de las escenas de lucha y el trabajo de los actores para transmitir el peligro y la violencia. Las peleas son brutales, rápidas y crudas, exhibiendo una estética de acción que recuerda a las películas de Hong Kong, pero con un toque western. El ritmo de la película, que alterna momentos de acción trepidante con momentos de introspección, es muy dinámico y mantiene al espectador enganchado, aunque podría haber tenido un desarrollo más pausado en algunos puntos.

La dupla protagonista, interpretada por Kurt Russell y Christopher Lambert, es el corazón de la película. Russell, como el cazador de recompensas Cole Black, ofrece su habitual interpretación de un hombre duro y pragmático, con un cinismo palpable pero con un código ético propio. Lambert, por su parte, interpreta a Quinn Lowry con una intensidad magnética. Lowry es un hombre consumido por la venganza, un personaje atormentado y vulnerable que se convierte en un contrapunto interesante a la frialdad de Black. La química entre los dos actores es palpable, y su rivalidad inicial se transforma en una alianza improbable y enigmática a medida que avanzan en la persecución de “El Indio”.

Sin embargo, el guion, aunque sólido y entretenido, presenta algunas debilidades. La motivación de “El Indio”, un criminal despiadado y sin redención, resulta algo simplificada. Si bien su brutalidad es efectiva para generar tensión, la película no profundiza lo suficiente en su trasfondo, lo que limita la carga emocional de su enfrentamiento con Lowry. Las tramas secundarias, como el pasado de Black y la relación de Lowry con su hija, se introducen de forma superficial, sin ofrecer una resolución satisfactoria. La historia, en general, carece de la complejidad y el matiz que podrían haberla transformado en una obra verdaderamente memorable.

A pesar de estas imperfecciones, "La muerte tenía un precio" es una película de acción disfrutable, con un estilo visual particular, una excelente banda sonora y una dirección competente. La actuación de Russell y Lambert es, sin duda, uno de sus mayores atractivos, y el planteamiento de dos personajes enfrentados por la venganza es un tropo clásico que funciona bien en manos de Hill. Es un espectáculo de violencia y acción que puede ser de gustar a los aficionados al género.

Nota: 7/10