La mujer de rojo (1984)

“La Mujer de Rojo” es una película que, a pesar de su premisa aparentemente simple, se adentra en una disección psicológica inquietante y profundamente perturbadora. La película, dirigida por James Foley, no ofrece una simple historia de deseo y aventura; en cambio, presenta una exploración de la masculinidad tóxica, la alienación y la búsqueda desesperada de conexión en un mundo cada vez más vacío. La narrativa se centra en Teddy Pierce (Ryan Reynolds), un hombre de negocios aparentemente exitoso, cuyo mundo cuidadosamente construido comienza a desmoronarse cuando conoce a Jill (Deborah Ann Woll), una joven modelo que se convierte en el catalizador de su crisis interna.

La dirección de Foley es notablemente contenida, pero tremendamente efectiva. No hay explosiones ni persecuciones a gran escala. La tensión se construye a través de la paleta de colores apagados, la atmósfera claustrofóbica y, sobre todo, la mirada penetrante de la cámara. Foley utiliza de forma magistral la cámara subjetiva, sumergiendo al espectador en la mente turbulenta de Teddy, transmitiendo su creciente obsesión y paranoia. La película es visualmente rica, aunque a veces de una forma que puede resultar un poco intimidante, reflejando la disonancia interna del protagonista. La banda sonora, sutil y melancólica, contribuye significativamente a crear el ambiente de angustia constante.

Ryan Reynolds ofrece una de las interpretaciones más complejas y matizadas de su carrera. Por un lado, encarna la imagen del hombre de negocios adinerado y exitoso, pero por otro, revela una vulnerabilidad y un deseo desesperado de sentirse vivo. Es un personaje moralmente gris, y Reynolds logra transmitir su ambivalencia con una sutileza impresionante. Deborah Ann Woll, como Jill, proporciona un contrapunto interesante a la personalidad de Teddy, presentando un personaje más desafiante y poco convencional. Sin embargo, su papel se centra más en la representación de la rebeldía juvenil y la desconfianza, que, aunque importante para el desarrollo de la trama, podría haber sido más desarrollada.

El guion, escrito por Kody Smit-McPhee y John J. Peck, es donde reside la mayor fortaleza de la película. Más allá de la trama superficial, la película explora temas complejos como la pérdida de la inocencia, la insatisfacción con el materialismo y la búsqueda de un significado en un mundo moderno que a menudo carece de conexión humana auténtica. La película no ofrece respuestas fáciles; en lugar de ello, plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza del deseo, la responsabilidad y el precio de la ambición. Aunque algunos podrían considerar el ritmo lento, la ambigüedad moral del protagonista y la profundidad psicológica de la historia compensan con creces cualquier posible crítica al ritmo. La película culmina en un final que desafía al espectador a reflexionar sobre las implicaciones de las acciones de Teddy.

En definitiva, “La Mujer de Rojo” no es una película para todo el mundo. Su atmósfera perturbadora, la ambigüedad moral de sus personajes y su ritmo contemplativo pueden resultar desagradables para algunos espectadores. Sin embargo, para aquellos que estén dispuestos a sumergirse en su oscuridad y a enfrentarse a sus preguntas incómodas, “La Mujer de Rojo” ofrece una experiencia cinematográfica profundamente impactante y memorable.

Nota: 8/10