“La mujer invisible” no es una película que deja una impresión duradera, ni mucho menos un impacto trascendental. Sin embargo, ofrece una mirada contemplativa y con cierto cuidado, sobre un episodio del pasado de Charles Dickens, un hombre complejo y a menudo enigmático. La película, basada en el libro de Claire Tomalin, se centra en la relación entre el escritor, en pleno apogeo de su carrera y con una familia establecida, y una joven de 18 años, Helen Paidaways, una mujer de carácter fuerte y pasional que se convierte en su amante secreta durante más de 20 años. El director, Terence Davies, a pesar de su habitual estilo contemplativo y pausado, se enfrenta aquí a un tema delicado y con una carga emocional considerable, y lo hace con la precisión y el respeto que lo caracterizan, aunque sin llegar a romper con sus propios límites estilísticos.
Las actuaciones son, en general, sólidas. Benedict Cumberbatch, como Dickens, aporta una intensidad contenida y una mirada interior que sugiere las dudas y los tormentos de un hombre atrapado entre el deber familiar, la ambición literaria y el deseo prohibido. Nunca se le ve caricaturizado; su representación se basa en una observación sutil, mostrando la fragilidad y la complejidad de un hombre que, a pesar de su éxito, es vulnerable y atormentado. El papel de Helen, interpretado por Claire Foy, es igualmente convincente. Foy capta la rebeldía, la inteligencia y la vitalidad de la joven, creando una figura que, aunque aparentemente a merced de Dickens, no carece de voluntad propia. El resto del reparto, incluyendo a Lena Headey como la esposa de Dickens, proporciona un contrapunto realista al drama central.
La dirección de Terence Davies, aunque no la más innovadora, es efectiva para crear una atmósfera de opresión y secretismo. Davies utiliza una paleta de colores apagados, predominando los tonos grises y ocres, que reflejan la melancolía y la falta de vitalidad del ambiente en el que se desarrolla la historia. La película se centra más en la psicología de los personajes que en la acción, explorando las consecuencias emocionales de esta relación prohibida en la vida de Dickens y en la de Helen. Sin embargo, el guion, en general, resulta algo lánguido. Davies no se aventura demasiado en la exploración de los motivos de Dickens, ni en la descripción de las consecuencias sociales de esta infidelidad. La película se mantiene a un nivel de sugerencia, dejando al espectador con la sensación de que se ha perdido la oportunidad de profundizar en la complejidad del tema. La narrativa se siente, a veces, como una colección de escenas con una conexión emocional más superficial de la que podría haber alcanzado. La relación entre los dos personajes se revela a un ritmo lento, y a pesar de la implicación emocional de las actuaciones, el espectador a veces se siente a la deriva, sin una dirección clara para la historia.
En definitiva, "La mujer invisible" es una película interesante pero no deslumbrante, un retrato sobrio y cuidadoso de un episodio del pasado de Charles Dickens. Si bien las actuaciones son sólidas y la dirección cumple su cometido, el guion podría haber sido más audaz y profundo.
Nota: 6/10