La mujer Papa (2009)

“La mujer Papa”, la más reciente incursión de режиссер Robert Eggers en el terror histórico, no es simplemente una película; es una experiencia visceral, un viaje oscuro y meticulosamente construido a la vida de la Papisa Juana, una figura histórica envuelta en misterio y leyenda. Eggers no se limita a contar la historia, sino que la inmersiona en un ambiente claustrofóbico, donde la moral, la fe y la lujuria se entrelazan en una danza peligrosa.

La dirección de Eggers es, de nuevo, magistral. Se desliga completamente de la estética hollywoodense habitual, optando por un realismo visual crudo y perturbador. La fotografía de Claire Parson es exquisita, con tonos tierra, grises y ocres que evocan la atmósfera de una abadía medieval. La iluminación es deliberadamente baja, creando sombras que dan forma a la paranoia y el malestar. La puesta en escena, con sus decorados de madera tosca, sus textiles ásperos y su mobiliario rudimentario, logra transportar al espectador a un mundo donde la higiene y el confort son conceptos ajenos. Cada detalle, desde la forma en que los personajes se visten hasta la manera en que manipulan las herramientas, está cuidadosamente pensado para reforzar la sensación de autenticidad.

Joaquin Phoenix, como la Papisa Juana, ofrece una actuación que desafía al espectador, y a él mismo. Su interpretación es densa, perturbadora y, en ocasiones, profundamente inquietante. No busca un retrato heroico o simpático; la Papisa Juana es un personaje complejo, contradictorio y vulnerable. Phoenix transmite con una intensidad silenciosa la confusión, el miedo y la desesperación del personaje. La actuación no es de grandilocuencia, sino de una sutileza que se va revelando gradualmente, con expresiones faciales y movimientos corporales que comunican más que las palabras. Es un papel que exige mucha del personaje y, sin duda, es donde Phoenix brilla con más fuerza.

El guion, adaptado de la investigación de la historiadora Alexandra Vinding, es uno de los puntos fuertes de la película. No se centra en los detalles superficiales de la vida de la Papisa Juana, sino que se sumerge en su psicología, en sus miedos y en sus deseos. Se explora la ambigüedad moral de la época, donde la línea entre la fe y la herejía es difusa, y donde la sexualidad es una fuente de poder y de castigo. La película no juzga al personaje, sino que lo presenta como un producto de su tiempo, de sus circunstancias y de sus propias decisiones. El diálogo es esencialmente minimalista, contribuyendo a la sensación de aislamiento y opresión. Se confía en la mirada de los personajes y en las imágenes para transmitir los pensamientos y las emociones.

Sin embargo, la película no es para todos los gustos. Su ritmo pausado, su atmósfera opresiva y su contenido perturbador pueden resultar abrumadores. Además, la película no ofrece respuestas fáciles, y deja al espectador con más preguntas que soluciones. Pero para aquellos que disfrutan del cine de terror atmosférico, del cine histórico meticuloso y de las historias complejas y ambiguas, “La mujer Papa” es una experiencia inolvidable. Es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8/10