La niñera mágica y el Big Bang (2010)

“La Niñera Mágica y el Big Bang” (2005) no es la joya rara de la saga de Nanny McPhee, pero ofrece una dosis saludable de fantasía, humor y aventura que resulta refrescante en la oferta de entretenimiento actual. La película, ambientada en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial, se erige como una fábula encantadora, aunque con un toque de realismo social que la eleva un poco por encima de la simple comedia familiar.

Emma Thompson, como siempre, es el corazón y el alma de la película. Su interpretación de Nanny McPhee es magistral, transmutándose de manera impecable entre la calma zen y la explosiva intervención mágica. Thompson no solo interpreta a la niñera, sino que encarna la sabiduría ancestral, la paciencia inagotable y un espíritu de justicia que se revela en cada uno de sus gestos. Maggie Gyllenhaal, por su parte, ofrece una interpretación convincente como la señora Green, una mujer sensible y vulnerable, que lucha por mantener la compostura frente a la presión de la guerra y la responsabilidad de su hogar. Los dos hijos, interpretados por Tom Hiddleston y Samuel Finney, son bastante simpáticos, aunque a veces ligeramente caricaturescos, y su conflicto con los primos recién llegados genera las tensiones que impulsan la trama.

El director Chris Columbus ha logrado crear un ambiente visualmente atractivo, con una Inglaterra de la época que respira autenticidad. La banda sonora de Patrick Doyle es particularmente efectiva, complementando a la perfección las escenas de fantasía y añadiendo una capa de emoción. Sin embargo, la película no se aferra demasiado a la estética del periodo, y opta por un estilo más ligero y fantasioso. Las intervenciones mágicas de Nanny McPhee son creativas y visualmente impactantes. La aparición de un bebé elefante, un cerdito trepador o la estatua viviente son momentos que se quedan grabados en la memoria, y la manera en que se integran en la historia es ingeniosa. Aunque algunas de las soluciones de Nanny pueden parecer un poco rebuscadas, siempre están en consonancia con su personalidad y con la necesidad de educar a los niños de una forma divertida.

El guion, en general, es sólido. La trama, aunque sencilla, funciona bien, y la forma en que se aborda el tema de la responsabilidad y la aceptación es agridulce. La película no intenta ser profundamente trascendental, sino que se centra en el disfrute puro y en la capacidad de la imaginación para superar las dificultades. El subtrama sobre la guerra y la incertidumbre que acechan a la familia añade una capa de realismo que contrasta con la fantasía de la película, generando un equilibrio interesante. No obstante, algunas de las escenas de acción, impulsadas por los trucos mágicos, podrían haberse ejecutado con mayor sutileza para no restarle impacto emocional a la historia. En definitiva, “La Niñera Mágica y el Big Bang” es un entretenimiento familiar bien construido, que ofrece una dosis de fantasía y humor, y que, aunque no alcanza la grandeza de las entregas anteriores, se mantiene como un elemento positivo en la filmografía de Chris Columbus y como una reinterpretación refrescante de la leyenda de Nanny McPhee.

Nota: 7/10