La noche del cometa (1984)

“La Noche del Cometa” (1983) no es, sin duda, una película que se olvida fácilmente. A pesar de su aspecto un tanto arcaico, su estética perturbadora y su temática apocalíptica, la cinta de Robert Zemeckis logra, contra todo pronóstico, generar una atmósfera de terror visceral y opresión que se aferra a la mente del espectador mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Se trata de una experiencia cinematográfica peculiar, que, si bien no es un brillante ejemplo del género de ciencia ficción postapocalíptico, posee una cualidad inquietante que la distingue de sus contemporáneas.

La dirección de Zemeckis es, en esencia, lo que permite que esta película funcione. No se trata de una dirección grandilocuente o llena de efectos especiales impresionantes, sino de una mirada precisa y detallada al impacto psicológico del desastre. La cámara se mantiene contenida, observando con una lentitud deliberada el caos que se desata tras el encuentro con el cometa. Se enfatiza la sensación de aislamiento y vulnerabilidad, coreografiada a través de la caracterización del paisaje y la escenografía. Zemeckis logra transmitir, con notable maestría, la desesperación y el pánico que deberían caracterizar una situación tan extrema. La película no se centra en la acción, sino en la experiencia sensorial del horror.

Las actuaciones son, sin duda, un punto fuerte. Sissy Spacek y Jeff Goldblum, en el papel de Lisa y Steven, respectivamente, ofrecen interpretaciones sutiles y convincentes. Lisa y Steven no son héroes típicos; son jóvenes, confundidos, y sobre todo, perdidos. Su miedo, su incertidumbre y su gradual aceptación del horror son lo que hacen que sus personajes sean creíbles y, a su vez, que la película sea más impactante. Goldblum, en particular, ofrece una actuación que va más allá de la superficialidad, aportando una profundidad emocional a un personaje que podría haber resultado plano. No es un chico heroico, sino que lucha por la supervivencia y, quizás, por mantener la cordura frente a lo inimaginable.

El guion, escrito por Michael Bunker y Glen A. Larson, plantea una premisa interesante y, en principio, bastante original. La película explora no solo el desastre físico, sino también la gradual desintegración de la sociedad, la pérdida de valores y la lucha por la supervivencia en un mundo sin reglas. Sin embargo, el guion, en ocasiones, sacrifica la profundidad para el desarrollo del suspense, lo que a veces resulta en situaciones forzadas o explicaciones poco convincentes. El ritmo, a pesar de su lentitud deliberada, puede resultar frustrante para algunos espectadores que esperan una acción más directa. No obstante, la tensión psicológica y la sensación de inminente peligro son palpables en cada escena. Es una película que no se apresura en ofrecer respuestas, permitiendo que el espectador se sumerja en la atmósfera opresiva y se cuestione la propia fragilidad de la humanidad.

A pesar de sus defectos, “La Noche del Cometa” es una película inquietante y memorable. Es un estudio sobre el miedo, la pérdida y la supervivencia, ambientado en un paisaje postapocalíptico que, aunque realista, se asemeja más a un sueño horrible que a una realidad. Es una película que desafía al espectador a confrontar sus propios miedos, y que, con su estética visual particular y su atmósfera opresiva, permanece en la memoria como una experiencia cinematográfica única.

Nota: 7/10