La otra Zoey (2023)

“La otra Zoey” es una comedia romántica que, a primera vista, parece seguir una fórmula ya bastante pulida. Sin embargo, bajo la superficie de situaciones cómicas y personajes caricaturescos, se esconde un estudio sutil – y sorprendentemente efectivo – de la construcción de la identidad y el impacto de las expectativas sociales en nuestras relaciones. La película, dirigida por Oliver Lukacs, no es un clásico indiscutible, pero sí una pieza entretenida que logra, a pesar de sus fallos, mantener la atención del espectador gracias a su particular dinámica y, en gran medida, a la química entre sus protagonistas.

El núcleo de la historia se centra en Zoey (Zoey Deutch), una joven con una visión poco convencional del amor, que se ve repentinamente envuelta en una situación absurda cuando Zack (Glen Powell), el chico más popular del campus, sufre un golpe en la cabeza y, confundido, le atribuye a Zoey una identidad inexistente. Este error inicial desencadena una serie de consecuencias hilarantes y, a su vez, invita a la reflexión sobre la fragilidad de las apariencias y la dificultad de romper con los roles preestablecidos. La premisa es atractiva, pero es el desarrollo de la trama lo que realmente distingue a la película. El guion, aunque a veces torpe en sus diálogos y excesivamente dependiente de la situación, logra mantener el ritmo con una secuencia de eventos impredecibles que, si bien buscan sorprender, también pueden resultar algo forzados.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Zoey Deutch ofrece una interpretación convincente como Zoey, una joven inteligente y decidida que se enfrenta a su propio reflejo distorsionado en la mente de Zack. Glen Powell, por otro lado, brilla con una elegancia natural como Zack, interpretando la confusión y el creciente interés del personaje con una gran dosis de humor y vulnerabilidad. La química entre ambos actores es palpable y fundamental para el éxito de las escenas más cómicas y emotivas. Además, el reparto secundario, con personajes secundarios como las amigas de Zoey, aportan variedad y momentos de alivio cómico.

La dirección de Oliver Lukacs es funcional, pero no particularmente audaz. Se centra en capturar la dinámica entre los personajes y en crear un ambiente festivo y ligero. Aunque la fotografía carece de una identidad propia, se adapta bien a la atmósfera de la película. La banda sonora, en cambio, es notablemente efectiva, complementando las escenas cómicas y reforzando la sensación de desenfreno. Sin embargo, la película se queda a menudo en la superficie, evitando profundizar en las motivaciones de los personajes o en las implicaciones más profundas de la situación.

En definitiva, “La otra Zoey” es una comedia romántica entretenida que, aunque no ofrece una narrativa revolucionaria, sí logra mantener el interés del espectador gracias a las buenas actuaciones de sus protagonistas y a su premisa original. Es un escape ligero y divertido, perfecto para una noche de cine, aunque carente de la complejidad emocional que podría haberle dotado de una mayor profundidad.

Nota: 6.5/10