La panda de la selva (2017)

“La Panda de la Selva” es una comedia animada que, a primera vista, podría parecer un simple entretenimiento familiar. Sin embargo, tras una visión más detallada, emerge como una película que, si bien no alcanza la grandiosidad de clásicos del género, ofrece un sólido entretenimiento y, sorprendentemente, algunas reflexiones sobre la naturaleza del liderazgo y la identidad.

La dirección de Stefano Berra es competente y, en general, efectiva. Logra crear una atmósfera visualmente atractiva, con colores vibrantes y diseños de personajes detallados que inyectan vida a la exuberante selva. Las secuencias de acción, aunque algo exageradas, son dinámicas y visualmente estimulantes, mostrando un buen trabajo en el apartado técnico y de animación. Observamos un dinamismo en la puesta en escena que, en ocasiones, resta protagonismo a la trama en sí, enfocándose más en el espectáculo visual.

El reparto de voces es, en su mayoría, sólido. Ben Stiller, como Maurice, aporta una calma y una seriedad que contrastan notablemente con la naturaleza de su personaje –un pingüino criado como un tigre, un paraje irónico que refleja la dificultad de asumir un rol que no te ha sido asignado. La actuación de Stiller es precisamente uno de los puntos fuertes de la película, logrando transmitir esa mezcla de confusión, determinación y sentido del deber. También destacan las interpretaciones de Seth Rogen como el lechoso y oportunista Rufus, y de Ken Jeong como el excéntrico, pero también confiable, Boris. Sin embargo, la actuación de algunos personajes secundarios podría haber sido más definida para generar mayor impacto.

El guion, escrito por Chris Bremmer, presenta una premisa original y, en principio, prometedora. La idea de un pingüino criado para ser un león y que se convierte en el líder de la selva es inherentemente divertida y abre la puerta a situaciones cómicas y, potencialmente, a una reflexión más profunda sobre la autoaceptación y la identidad. Sin embargo, la película se siente algo apresurada en su desarrollo. Los diálogos, a menudo, son directos y previsibles, lo que limita el potencial para un humor más inteligente o sutil. El desarrollo de la trama, aunque entretenida, se centra más en la acción y el espectáculo que en la exploración de las complejidades emocionales de los personajes. La resolución del conflicto final, si bien satisfactoria, carece de la ambigüedad que podría haber enriquecido la historia. La trama, aunque funcional, podría haber explorado con mayor profundidad el tema central del legado y la influencia de la figura materna.

En definitiva, “La Panda de la Selva” es una película agradable para ver con la familia, con un buen nivel de animación y un reparto de voces competente. No es una obra maestra, pero ofrece un entretenimiento sólido y puede ser un buen punto de partida para conversaciones sobre la importancia de ser uno mismo. Es una película que, a pesar de sus defectos, tiene una cierta originalidad y que, en última instancia, cumple su función de entretenimiento ligero.

Nota: 6/10