La pasión de Juana de Arco (1928)

“La Pasión de Juana de Arco” (Joan of Arc) de Robert Zemeckis es una película que no solo narra la trágica historia de una joven campesina que se convirtió en símbolo de la resistencia francesa, sino que también se sumerge en un examen profundo y, a veces, doloroso de la fe, la guerra y la manipulación política. Zemeckis, conocido por su maestría en la captura de la imagen y el sonido, aquí utiliza una técnica innovadora: captura de movimiento digital. Inicialmente, esta elección técnica generó controversia, pero al final, resulta ser tanto una herramienta narrativa poderosa como una representación visualmente impactante del mundo medieval.

La película, a pesar de la naturaleza inmersiva de la tecnología, carece, en algunos momentos, de la calidez humana que podría haber añadido un elemento emocional más fuerte a la narrativa. La captura de movimiento, si bien tecnicamente impecable, a veces le resta un cierto matiz en las expresiones faciales, dejando que la interpretación de Milla Jovovich, que encarna a Juana, se sienta ligeramente estática, como un holograma. Sin embargo, esto no resta valor a la valentía y determinación que Jovovich transmite; la fuerza interior de Juana es evidente en cada gesto, en cada mirada desafiante.

La dirección de Zemeckis se centra en la tensión y el aislamiento. Juana es separada constantemente de sus compañeros, ya sea por las limitaciones de la técnica o por la trama misma, lo que intensifica su lucha interna y su dependencia de sus visiones divinas. La película no se detiene en la complejidad del contexto histórico, limitándose a esbozar la Guerra de los Cien Años y la crisis de Francia en un plano general, dejando al espectador con la necesidad de investigar más a fondo. El guion, escrito por Melvin B. Graham, se apoya en una adaptación de los relatos históricos, pero le da un tono profundamente personal al centrarse en la experiencia interna de Juana, sus dudas y sus conflictos morales. El diálogo es, en general, sobrio y directo, reflejando la atmósfera de la época y la sencillez de la vida de la joven santa.

Las actuaciones, más allá de la de Jovovich, son sólidas, especialmente las de Ray Winstone como el obispo Cauchon, un hombre atormentado por sus deberes y por la creciente presión política. Su interpretación, marcada por un profundo conflicto moral, es uno de los puntos más fuertes de la película. La película no es simplemente una biopic, sino una exploración de las consecuencias de las creencias, la ambición y la rendición a las presiones sociales y religiosas. Finalmente, “La Pasión de Juana de Arco” es un relato provocador y emocionalmente resonante, que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la fe, el poder y la libertad individual. Aunque la técnica innovadora pueda no ser del gusto de todos, la película ofrece una experiencia visual y emocionalmente poderosa.

Nota: 7/10