La Promesse verte (2024)

“La Promesa Verde” no es solo una película, es un grito de denuncia silencioso que te cala hasta los huesos. Basándose en una historia real, el filme de Martin Provost nos presenta a Carole, una mujer francesa de clase alta que ve su mundo desmoronarse cuando su hijo, Martin, es condenado a muerte en Indonesia por un delito que ella considera injusto. Su obsesión por salvarlo la lleva a un torbellino de acontecimientos que exponen la brutalidad y la impunidad de las corporaciones multinacionales y la corrupción política. Provost no ofrece un melodrama convencional, sino que construye un relato cuidadosamente calibrado, que equilibra la urgencia de la situación familiar con la magnitud de las consecuencias ambientales que subyacen a la tragedia.

La dirección de Martin Provost es notablemente sobria y elegante. Evitando los clichés del género legal o de la batalla contra la injusticia, se centra en la psicología de Carole, interpretada magistralmente por Léa Seydoux. La actriz logra transmitir con una sutileza asombrosa la desesperación, el miedo y la determinación de una madre. La cámara se mantiene a menudo distante, observando a Carole desde un ángulo que enfatiza su aislamiento y la sensación de que se enfrenta a un poder incontrolable. Esta estrategia visual refuerza la idea de que Carole es una figura en auge, luchando contra una maquinaria mucho más grande. Los planos a detalle, particularmente las imágenes de la selva indonesia, son impactantes y generan una profunda sensación de inquietud.

El guion, escrito por Provost y Bruno Lavanchère, se distingue por su inteligencia y su lentitud deliberada. No hay explosiones ni diálogos grandilocuentes, sino una acumulación gradual de evidencia que revela la extensión del daño causado por la expansión de la industria del aceite de palma. La película se basa en la documentación y en entrevistas, lo que le otorga un aire de realismo que la hace aún más convincente. La trama se desarrolla a través de la epistolaridad, con los correos electrónicos y cartas que intercambia Carole con su hijo, lo que permite al espectador conectar emocionalmente con la situación y entender la profundidad del dolor y la frustración de ambos. Sin embargo, a veces esta lentitud puede percibirse como un defecto, y la película podría haber beneficiado de un ritmo más dinámico en ciertos momentos.

La película no ofrece soluciones fáciles ni demoniza a las empresas directamente, sino que expone la complejidad de la situación, mostrando la influencia política, económica y legal que protege a estos gigantes. El contraste entre la riqueza y el lujo de Carole y las condiciones de vida de los trabajadores de la plantación se presenta de manera contundente y generan una poderosa reflexión sobre la responsabilidad social y el impacto de nuestras decisiones. “La Promesa Verde” es una película que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos, y que te invita a cuestionar la forma en que consumimos y el precio que pagamos por nuestro estilo de vida. Es un testimonio inquietante y necesario en un momento crucial para el planeta.

Nota: 8/10