La puerta (1987)

“La Puerta” (The Door), la última propuesta de David Ellis, no es simplemente un slasher moderno; es una condensación inquietante del miedo ancestral, un recordatorio visceral de que algunas puertas, una vez abiertas, no se pueden cerrar. La película se sitúa dentro del género de terror sobrenatural, buscando con éxito la atmósfera claustrofóbica y la sensación de que la amenaza se cierne sobre los protagonistas, pero su éxito reside, en gran medida, en la forma en que construye el suspense y la desesperación, más que en la originalidad de sus elementos.

La dirección de Ellis es precisa y con una evidente dedicación a la creación de imágenes perturbadoras. La fotografía de Peter Deming es impecable, utilizando la luz y la sombra para generar una tensión constante. Las escenas dentro de la casa, la mansión de la familia Walker, son particularmente efectivas. Se crea una sensación palpable de deterioro, de decadencia y de que los secretos del pasado acechan en cada esquina. La puesta en marcha de la música, por su parte, es sutil pero constante, creando un sonido ambiental que refuerza la incomodidad y el temor.

Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Martin Henderson. Su interpretación como Glen, un hombre atormentado por sus propios demonios internos, añade una capa de complejidad al relato. Henderson logra transmitir la angustia y la desesperación de su personaje, haciendo que la lucha de Glen por salvar a su familia sea aún más conmovedora. También destaca la actuación de Terry Huffman como Terry, su compañera, aunque su personaje, en comparación con Glen, no logra alcanzar la misma profundidad. La dinámica entre ambos, la relación tensa y cargada de secretos, es uno de los puntos fuertes del guion.

El guion, sin embargo, es donde "La Puerta" tiene sus mayores fallas. Si bien la premisa inicial es intrigante, y la idea de una casa maldita con un oscuro pasado es un tropo clásico del género, la historia se siente algo predecible en su desarrollo. Algunos giros argumentales, aunque efectivos a corto plazo, se basan en clichés del terror, y la resolución, aunque satisfactoria para el espectador, no es particularmente innovadora ni sorprendente. El ritmo es deliberadamente lento, lo que puede resultar abrumador para algunos espectadores. El peso de la atmósfera de terror, aunque bien ejecutada, a veces parece eclipsar la necesidad de una narrativa más sólida y compleja.

En definitiva, “La Puerta” es una película que ofrece un buen rato, especialmente para los aficionados al terror sobrenatural. No es una obra maestra, ni siquiera particularmente original, pero si logra generar un ambiente de inquietud y tensión que se mantiene hasta el final. Es un ejemplo de cómo, a veces, la atmósfera y la ejecución pueden compensar algunas deficiencias narrativas. Es una película que te dejará pensando en el horror de las puertas que dejamos abiertas.

Nota:** 6/10