La rabbia (2008)

“La Rabbia” no es una película para ser vista fácilmente. Tinto Brass, en su obra maestra inconclusa, entrega un drama psicológico agridulce, un retrato visceral de la desesperación y el anhelo que se instala en el alma de quien se enfrenta a la inmensidad de la creación y la incomprensión del mundo. La película, centrada en la figura de un joven director italiano, Nico Rogner, interpretado con una intensidad magnética por Franco Nero, nos sumerge en las entrañas de la Italia post-bellica, un país marcado por la cicatriz de la guerra y la búsqueda de una nueva identidad. No se trata de un melodrama convencional; Brass, con su habitual audacia, construye un ambiente de constante tensión, donde la belleza se entrelaza con la repulsión.

Nero ofrece una actuación deslumbrante, transmitiendo la angustia de un hombre que se siente atrapado en su propio genio y atormentado por la imposibilidad de ser comprendido. Su mirada, cargada de melancolía y rebeldía, es el eje central de la película, una ventana a la tormenta interior que lo consume. La relación con Barbara Enrichi, aunque breve, es crucial para comprender la fragilidad emocional de Rogner, un encuentro marcado por la vulnerabilidad y la incapacidad de conectar verdaderamente. Enrichi aporta una dignidad silenciosa que complementa la inquietud de Nero, creando un contraste intrigante.

Brass no se limita a narrar una historia; construye un universo sensorial. La cinematografía, en particular, es una fuerza dominante. La iluminación, a menudo sombría y contrastada, y la dirección de arte, con su estética deliberadamente tosca y no convencional, reflejan el estado de ánimo y la psique de los personajes. La película, al igual que el personaje principal, se siente caótica, desordenada, incluso perturbadora, pero precisamente en esa disonancia reside su fuerza. La banda sonora, igualmente, contribuye a la atmósfera opresiva y a la sensación de inminente colapso.

El guion, aunque incompleto y con giros inesperados, es la pieza más ambigua de la película. Brass, consciente de las limitaciones de tiempo y presupuesto, opta por la sugerencia y la fragmentación. El resultado es una obra en constante construcción, una serie de escenas, diálogos y revelaciones que, aunque desconcertantes a veces, generan una poderosa sensación de incomodidad y de cuestionamiento. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que obliga al espectador a confrontarse con las propias dudas y a considerar la naturaleza efímera de la ambición artística. "La Rabbia" es, en definitiva, una película de ideas, una meditación sobre la condición humana y los límites de la creatividad, con un trasfondo oscuro y profundamente arraigado en la memoria de un país.

Nota: 7.5/10