La rebelión de los cuentos (2017)

“La Rebelión de los Cuentos” no es simplemente una película para niños; es una experiencia cinematográfica que desafía las expectativas y premia la inteligencia. Adaptada a partir de los relatos de Roald Dahl, conocidos por su oscuridad subyacente y su humor mordaz, esta película del equipo detrás de “El Grúfalo” y “La Navidad del hombre Rama” se presenta como una revisión atrevida y refrescante de cuentos infantiles tan familiares como “Caperucita Roja” o “El Gato con Botas”. Pero más que una simple recopilación, es una compleja interconexión de historias que se entrelazan, creando un tapiz narrativo rico en giros inesperados y una crítica social sutil pero efectiva.

La dirección de Daisy Helm y Seamus McNeill logra un equilibrio perfecto entre el surrealismo onírico que caracteriza el trabajo de Dahl y la acción trepidante que atrae al público infantil. El uso de la animación, que alterna entre stop-motion y efectos digitales, es magistral y crea un mundo visualmente vibrante y perturbador a la vez. La película no rehuye las partes más inquietantes de los cuentos originales, sino que las explota al máximo, amplificando la amenaza, la ambigüedad moral y la oscuridad de los personajes. No se trata de una adaptación infantil caricaturizada; se mantiene el tono sombrío y la calidad de los cuentos de Dahl, ofreciendo una experiencia mucho más profunda y perturbadora.

El reparto de voces es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. James McAvoy como el lobo se erige como la joya de la corona, entregando una interpretación peculiar, siniestra y excepcionalmente divertida. Rosario Dawson como la madrastra, Bill Hader como el gato, y Sally Hawkins como la reina son también sobresalientes, cada uno aportando una profundidad y un matiz que enriquecen las historias. Sin embargo, la verdadera química reside en las interacciones entre las voces, creando un diálogo rico en tensión y humor negro. La comedia, en este caso, no se basa en el slapstick, sino en la inteligencia de las palabras y en la dinámica entre los personajes.

El guion, adaptado por Daisy Helm y Jeff Tremaine, es, en esencia, lo que impulsa la película. La forma en que entrelaza las diferentes narrativas no es simplemente aleatoria; cada conexión tiene un propósito, agregando capas de significado y desafiando la interpretación literal de los cuentos originales. El guion no solo se centra en los finales alterados, sino que explora las motivaciones de los personajes, los dilemas morales y las consecuencias de sus acciones. La película, al final, funciona como un comentario sobre la naturaleza de la ambición, el poder y la responsabilidad. Es una reflexión sobre cómo las historias que contamos influyen en nuestras vidas y en la sociedad en general.

“La Rebelión de los Cuentos” no es una película para ver con los niños pequeños acostados sobre el regazo. Requiere de un espectador atento, dispuesto a cuestionar las convenciones y a disfrutar de una película que, a pesar de su apariencia infantil, es sorprendentemente madura y compleja. Es una apuesta arriesgada que, en gran medida, resulta exitosa, dejando una impresión duradera en el espectador.

Nota: 8/10