La regla del juego (1939)

“La Regla del Juego” (La Règle du Jeu), de Jacqueline Aufrere, es un drama social francés de 1939 que, a primera vista, podría parecer un simple melodrama romántico. Sin embargo, bajo su pulida superficie reside una crítica feroz y, en cierto modo, conmovedora de las rígidas divisiones de clases y las hipocresías de la sociedad de principios del siglo XX. La película, con un ambiente que evoca a la Francia de entreguerras, es una joya cinematográfica que, a pesar de su ritmo pausado, consigue sumergir al espectador en un mundo donde la moralidad es relativa y las apariencias son cruciales.

La dirección de Aufrere es notablemente elegante y sutil. No recurre a grandilocuencia o a excesivos artificios. Su visión se manifiesta en la fotografía, que es exquisita y llena de matices. Los paisajes de Sologne, con sus tonalidades doradas y la bruma matutina, se convierten en un reflejo perfecto del estado de ánimo de los personajes y de la atmósfera opresiva de la historia. La película no necesita de explosiones ni de diálogos grandiosos para transmitir sus ideas. La fuerza reside en la observación precisa de los detalles y en la capacidad de captar la esencia de las relaciones humanas.

La actuación de Jean Dardaen como André, el aviador, es particularmente destacable. Su personaje es un hombre inteligente y con principios, pero también un alma melancólica, atrapada entre su amor por la aristocrática Elodie (Nathalie Aubut) y su conciencia social. Dardaen consigue transmitir con sutileza la frustración y el conflicto interno de André, sin caer en la melodramatización. Elodie, interpretada por Aubut, es una figura compleja y fascinante, cuya posición en la sociedad la obliga a jugar un papel que le es ajeno. Aunque la película se centra en André, los personajes secundarios, tanto de la alta sociedad como de los criados, están bien construidos y contribuyen a la riqueza del universo narrativo.

El guion, adaptado de la novela homónima de Raymond Chandler, es quizás el punto más fuerte de la película. La historia explora con inteligencia las consecuencias de las decisiones que tomamos, no solo para nosotros mismos, sino también para aquellos que nos rodean. La película no ofrece respuestas fáciles ni juicios moralizantes. Más bien, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la moralidad y el precio que pagamos por mantener las apariencias. El uso del simbolismo, particularmente la figura del coche, como representación del poder y la posición social, es muy efectivo y añade profundidad a la narrativa. Las tensiones acumuladas a lo largo de la película culminan en un final impactante que, aunque ambiguo, es coherente con la complejidad de los personajes y la problemática planteada.

“La Regla del Juego” es una película que, a pesar de haber pasado más de ocho décadas desde su estreno, sigue siendo relevante hoy en día. Su crítica a la hipocresía y a las divisiones de clases es tan válida como siempre, y su exploración de la naturaleza humana es profundamente conmovedora. Es una película que exige una atención plena del espectador, pero que, en última instancia, recompensa esa atención con una experiencia cinematográfica intensa y memorable.

Nota: 8/10