“La Reina de España” no es solo una película biográfica sobre Isabel la Católica; es una reflexión sobre la identidad, la ambición y el precio de la fama, envuelta en una estética visual que evoca la grandilocuencia del Hollywood dorado y la opresión de la España franquista. La película, dirigida con una maestría notable por Álvaro Sánchez, logra un equilibrio delicado entre lo dramático y lo estilizado, creando una experiencia cinematográfica cautivadora que, a pesar de sus defectos, merece la pena ver.
Macarena Granada, quien también ha escrito el guion, entrega una actuación excepcional. Su interpretación de Isabel no se limita a la reina histórica, sino que le infunde una profunda complejidad emocional. Granada logra transmitir tanto la determinación fría y pragmática de una monarca que busca consolidar el poder, como la vulnerabilidad y la soledad que subyacen a su búsqueda. Se ve en cada escena, la lucha interna de una mujer atrapada entre las expectativas impuestas por su reino y sus propios anhelos. La película no rehuye mostrar las sombras de Isabel: sus decisiones a menudo crueles, sus manipulaciones, pero siempre con una sensibilidad que evita la idealización excesiva.
La dirección de Álvaro Sánchez es particularmente destacable. El uso de la luz y la sombra es magistral, evocando la atmósfera del glamour de Hollywood contrastada con la dureza del régimen franquista. Las escenas en España están filmadas con una paleta de colores apagados, reflejando la sensación de opresión y la pérdida de libertad. En Hollywood, por el contrario, la luz es abundante y vibrante, creando una sensación de artificio y desorientación. La banda sonora, compuesta por Javier Valero, es fundamental para construir el ambiente de cada época, empleando melodías grandiosas para las escenas de Hollywood y piezas más melancólicas para las españolas. La película no se limita a representar visualmente la época; la inmersión es total.
El guion, aunque a veces se extiende un poco demasiado en descripciones y diálogos que podrían haberse condensado, logra dotar a Isabel de una dimensión humana que la acerca al espectador. La película se adentra en la mente de la reina, explorando sus motivaciones y sus conflictos internos. Sin embargo, el ritmo, en ocasiones, resulta irregular. Algunas escenas se sienten lentas y descriptivas, mientras que otras, por el contrario, se aceleran sin el debido cuidado. Se siente, en ocasiones, la influencia de la propia biografía, y el deseo de ahondar en cada detalle histórico, a veces, compromete la fluidez narrativa. La película asume que el espectador está dispuesto a entender la complejidad de la época y las razones detrás de las decisiones de Isabel, sin recurrir a explicaciones exhaustivas.
A pesar de estas pequeñas imperfecciones, “La Reina de España” es una película ambiciosa y visualmente impactante, que ofrece una perspectiva novedosa sobre una figura histórica fundamental. Macarena Granada no solo ha logrado un papel protagónico sobresaliente, sino que, junto al director, ha creado una obra cinematográfica que invita a la reflexión y que quedará en la memoria del espectador. Es un retrato honesto, a veces oscuro, pero siempre cautivador de una mujer que dejó una huella imborrable en la historia.
Nota: 8/10