“La Reina de los Condenados” (1994) es una película de terror gótico y melodrama que, a primera vista, podría parecer una mera curiosidad dentro del género. Sin embargo, la visión particular de Catherine Breillat y la puesta en escena de Alexandre de la Patriere, lejos de ser una simple recreación de clichés vampíricos, ofrecen una experiencia cinematográfica perturbadora y, en cierto modo, fascinante. La película no se preocupa por los efectos especiales grandilocuentes ni por la persecución de la sangre, sino que se centra en explorar la psicología de sus personajes y en revelar las consecuencias morales de sus acciones.
El punto de partida, la decisión de Lestat, interpretado con una intensidad magnética por Julian Richings, de reinventarse como una estrella de rock, es crucial para entender el resto de la trama. Esta metamorfosis no es una cuestión de vanidad o de búsqueda de reconocimiento; es una forma de escapar de su naturaleza, de negar su propia existencia. Richings logra transmitir la desesperación y el vacío que subyacen a esta decisión, un hombre consumido por su inmortalidad y su conciencia de ser una amenaza para la humanidad. Su Lestat es un ser profundamente solitario, atormentado por recuerdos y por la imposibilidad de conectar verdaderamente con los mortales.
La película, a pesar de su atmósfera opresiva, se centra en la dinámica entre Lestat y las jóvenes mujeres que atrae y corrompe: un grupo de chicas jóvenes que, en un ambiente de lujo y decadencia, se ven envueltas en una espiral de abuso y manipulación. La interpretación de las actrices que componen este grupo – especialmente la joven Mathilde Blanc – es soberbia. No se limitan a ser víctimas pasivas; muestran una resistencia silenciosa y una vulnerabilidad que hacen que su destino sea aún más trágico. La dirección de Breillat es particularmente efectiva al resaltar la belleza retorcida del entorno, donde la opulencia se mezcla con la decadencia moral.
El guion, escrito por Breillat y Serge Lecomte, es ambicioso y no rehúye temas complejos como el consentimiento, el abuso de poder y la naturaleza de la moralidad. La película no ofrece respuestas fáciles y, a menudo, deja al espectador cuestionando las motivaciones de los personajes y las consecuencias de sus actos. Sin embargo, la película podría haberse beneficiado de una mayor profundidad en el desarrollo de algunos personajes secundarios y de una mayor exploración de las implicaciones de la inmortalidad. La trama, a pesar de su intensidad, puede parecer algo lenta en algunos momentos, lo que podría frustrar a los espectadores acostumbrados a un ritmo más vertiginoso.
A pesar de esta pequeña debilidad, "La Reina de los Condenados" es una película que permanece en la memoria. Es una obra que desafía las convenciones del género, que plantea preguntas incómodas sobre el poder, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Es un melodrama gótico oscuro y perturbador que, en última instancia, es un retrato inquietante de la condición humana, independientemente de la duración de la vida de uno.
Nota: 7.5/10