“La Reina del Desierto” no es simplemente un relato de aventuras en el desierto; es un retrato complejo y cautivador de una mujer excepcional, Gertrude Bell, cuyo legado ha sido, históricamente, eclipsado por el de Lawrence de Arabia. La película, dirigida con una sensibilidad particular por Claire Danes, se adentra en la vida de esta escritora, arqueóloga y cartógrafa británica, mostrando su brillantez, su independencia y, sobre todo, su profunda fascinación por el mundo árabe. La película no se centra en la acción bélica, aunque ésta está presente, sino en la construcción de la identidad de Bell, en su constante búsqueda de conocimiento y su intento, a menudo frustrado, de ser tomada en serio por una sociedad masculina que relegaba a las mujeres a roles secundarios.
El guion, adaptado de la biografía de Lynn Kersten, es notablemente inteligente. No se rehúsa a explorar las contradicciones de Bell: su lealtad al Imperio Británico, su admiración por las culturas árabes y su ambición personal. Danes se atreve a mostrar la ambivalencia de Bell, sus motivaciones y sus fracasos, evitando caer en la idealización o la demonización. La película presenta a Bell como una mujer apasionada, a veces imprudente, pero siempre con un profundo sentido del propósito. El ritmo es pausado, permitiendo que el espectador se sumerja en la atmósfera opresiva y hermosa del Desierto Sirio, reflejando la intensidad emocional de Bell. La película logra capturar la atmósfera del viaje, tanto la belleza desoladora del paisaje como la fatiga, el calor y los peligros inherentes a la exploración.
Las actuaciones son sobresalientes. Emily Blunt, en un papel que podría haberla relegado a un papel de segundo plano, se impone con una interpretación sutil y potente. Su Bell es una mujer en constante evolución, marcada por el agotamiento, la frustración, pero también por la determinación y la inteligencia. Adam Driver, como Wilfred Lloyd, el escéptico y a veces cruel buscador, complementa a Blunt con una presencia magnética y una química palpable en pantalla. Aunque la película se centra en el dúo Bell-Lloyd, el resto del reparto, incluidos los intérpretes árabes, aporta una autenticidad y riqueza a la narrativa.
Sin embargo, “La Reina del Desierto” no está exenta de fallos. A veces la narrativa se vuelve un tanto laberíntica, con demasiados personajes secundarios y detalles históricos que pueden resultar abrumadores para el espectador no familiarizado con la época. Además, si bien la película logra evocar la atmósfera del viaje, podría haber profundizado más en las implicaciones políticas y sociales del trabajo de Bell, y en el contexto más amplio del Imperio Británico. A pesar de esto, la película es un esfuerzo ambicioso y visualmente impactante que ofrece una mirada refrescante a una figura histórica poco conocida, demostrando que la historia, a menudo, tiene mucho más que contar.
Nota: 7/10