La ruleta de la muerte (1947)

“La Ruleta de la Muerte” (The Maltese Falcon), aunque se presenta en un contexto improbable y algo exagerado, es una joya del cine negro que logra capturar la esencia de la época con una elegancia sorprendente. La película, reimaginada en un ambiente de una velada de apuestas benéficas a bordo de un barco, no es simplemente una recreación del clásico de John Huston de 1941, sino una reinterpretación audaz que, a veces, funciona a la perfección, otras, no tanto. El director, Richard Thorpe, se toma un riesgo considerable, y aunque no siempre se siente como una traducción fiel, logra mantener la atmósfera hipnótica y el ritmo vertiginoso que caracteriza a la original.

El guion, adaptado de la novela de Dashiell Hammett, se centra, como siempre, en el atractivo irresistible de un objeto valioso -en este caso, un statuette de halcón de jade- y en la intrincada red de mentiras, engaños y traiciones que rodean su búsqueda. La trama es eficiente y mantiene al espectador en vilo, aunque la necesidad de situar el drama en un ambiente tan peculiar le resta algo de la precisión narrativa de la obra original. Sin embargo, la complejidad del juego de intereses y la ambigüedad moral de los personajes son, precisamente, lo que hacen de esta película una experiencia tan fascinante. La escena en la que Nick y Nora se ven obligados a ‘interrogar’ a los sospechosos, con la música de jazz como telón de fondo, es particularmente memorable, un ejercicio de tensión dramática y de estilo.

La dirección de Thorpe se distingue por su dominio de los espacios cerrados y la creación de atmósferas opresivas. El S.S. Fortune se convierte en una jaula dorada, un escenario perfecto para la tensión y el peligro. La iluminación, en consonancia con el género, es fundamental, utilizando sombras y contrastes para resaltar los rostros de los personajes y sugerir sus maquinaciones. Sin embargo, la película carece de la tensión física y la tensión psicológica que define al cine negro clásico. La puesta en escena es más estilizada que visceral.

William Powell y Myrna Loy, como Nick y Nora Charles, ofrecen una química innegable. Powell, con su habitual encanto y sarcasmo, personifica la elegancia cansada del detective privado, mientras que Loy aporta una vitalidad y un cinismo inteligentes a la eterna esposa. Su diálogo es afilado y lleno de doble sentido, y la interacción entre ambos es el corazón de la película. Aunque no alcanzan la intensidad de su interpretación en la película original, si se mantienen fieles a su dinámica y ofrecen un juego de roles que espléndido.

En definitiva, “La Ruleta de la Muerte” es una reinterpretación inteligente y entretenida de un clásico. Si bien no llega a la perfección de la original, ofrece una experiencia satisfactoria al aficionado al género y un respiro agradable para aquellos que deseen adentrarse en el universo de Nick y Nora Charles. Es una película que invita a la reflexión sobre la moralidad, el amor y la búsqueda de la verdad en un mundo lleno de engaños.

Nota: 7/10