La segunda vuelta (2023)

“La Segunda Vuelta” de Marc Perrière es una película que, a primera vista, podría parecer un thriller político convencional. Sin embargo, tras un visionado, se revela como una pieza inquietante, incómoda y sorprendentemente sutil, un retrato del poder, la corrupción y la pérdida de la inocencia en el corazón de Francia. La película no busca ofrecer un análisis político profundo, sino más bien una experiencia visceral que te impregna con la atmósfera de paranoia y desconfianza.

La historia se centra en Pove (interpretado magistralmente por Pio Marleau), un investigador privado que se ve asignado a asesorar a un candidato presidencial que, en apariencia, representa la continuidad de una dinastía política. Pero Pove, con su mirada desconfiada y su meticulosa metodología, sospecha que algo no encaja. Lo que sigue es una investigación que se desvela poco a poco, como un intrincado rompecabezas donde cada pieza revela una capa más de corrupción, manipulación y secretos ocultos. Marleau ofrece una actuación excepcional, transmitiendo a través de su expresión facial y su lenguaje corporal la creciente angustia y la convicción de que está persiguiendo algo que está fuera de su alcance.

La dirección de Perrière es, sin duda, el punto fuerte de la película. Logra construir una atmósfera densa y opresiva, utilizando una paleta de colores apagados, una iluminación sombría y una banda sonora minimalista que contribuyen a generar una sensación constante de inquietud. La cámara se mueve de forma deliberada y casi obsesiva, siguiendo a Pove en sus investigaciones, como si fuera un fantasma que busca la verdad. No se trata de una acción frenética, sino de un ritmo pausado y contemplativo que permite al espectador sumergirse en la atmósfera de la película.

El guion, escrito por Perrière y Matthieu Perrière, es inteligente y no cae en clichés del thriller político. Evita simplificaciones y nos obliga a cuestionar la naturaleza de la verdad y la moralidad. Las conversaciones entre los personajes son densas y cargadas de subtexto, y las relaciones se tejen con tensión y desconfianza. La película es especialmente efectiva en la forma en que explora la psicología de los personajes, mostrando cómo la ambición, el miedo y la soledad pueden llevarnos a tomar decisiones inmorales. No es una comedia negra, ni un melodrama, sino un drama psicológico con elementos de suspense que te mantiene al borde del asiento, preguntándote quién es realmente el culpable y por qué. Es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han comenzado a rodar.

En definitiva, “La Segunda Vuelta” es una obra cinematográfica inquietante y reflexiva, un thriller político que se centra más en la condición humana que en la política en sí. Es una película que merece la pena ver, no por su ritmo o sus efectos especiales, sino por su capacidad para provocar una reflexión sobre la naturaleza del poder y la fragilidad de la verdad.

Nota: 8/10