La senda del Taekwondo (2006)

“La senda del Taekwondo” es una película que, en primera instancia, parece un planteamiento bastante convencional: un grupo de jóvenes, cansados de la vida cotidiana, buscan un propósito, una disciplina. El atractivo de las artes marciales, con su promesa de control y honor, se convierte en la vía de escape que el director, aparentemente consciente de los clichés, intenta subvertir con un toque de humor y, sorprendentemente, cierta profundidad. La película, sin embargo, se encuentra en un delicado equilibrio entre lo entretenido y lo pretencioso, un punto donde se pierde más de lo que gana.

La dirección de David Miller es competente, manteniendo un ritmo ágil que, si bien no es particularmente innovador, sirve para mantener la atención del espectador durante sus más de noventa minutos de duración. Hay momentos de coreografías de Taekwondo visualmente atractivos, que cumplen su función de mostrar la belleza y la exigencia de la disciplina. No obstante, el director evita profundizar en la experiencia del protagonista, limitándose a un recorrido superficial por los desafíos físicos y emocionales del aprendizaje. Se observa una falta de audacia en la dirección, un miedo a romper con la fórmula del “joven busca su lugar en el mundo” que, para mí, resta fuerza a la narrativa.

El elenco principal ofrece actuaciones sólidas, aunque carentes de oportunidades para demostrar un gran alcance. Daniel Vargas, quien interpreta al joven aspirante al Taekwondo, transmite la frustración y la determinación de su personaje con una naturalidad que, en ciertos momentos, casi salva la película. Los actores de su grupo, Miguel Ángel Sánchez y Elena Pérez, complementan el papel con un dinamismo que enriquece la dinámica del grupo. Sin embargo, ninguno de ellos se aventura demasiado en la exploración de la compleja psicología de sus personajes, lo que impide que el espectador conecte verdaderamente con ellos.

El guion, sin duda, es el punto más débil de la película. Si bien la premisa inicial es interesante, la ejecución carece de originalidad y profundidad. Los diálogos son, en su mayoría, expositivos y predecibles, y la trama avanza a un ritmo lento y tedioso. La película se centra excesivamente en los clichés del género, sin ofrecer ninguna perspectiva nueva sobre la práctica del Taekwondo o la búsqueda del autodescubrimiento. Se intenta una crítica social sutil a la presión por el éxito, pero el mensaje se diluye en un torbellino de situaciones forzadas y finales fáciles. La resolución final, en particular, resulta anticlimática y poco satisfactoria.

En definitiva, “La senda del Taekwondo” es una película olvidable que, a pesar de sus buenas intenciones y su ritmo ágil, no logra destacar entre la multitud de películas similares. Es un entretenimiento ligero, adecuado para una tarde de domingo, pero que no ofrece nada de valor añadido al género. La película busca ser un himno al autocontrol y a la perseverancia, pero, en realidad, termina siendo una advertencia sobre los peligros de las expectativas no cumplidas.

Nota: 5/10