La serpiente blanca (2019)

“La Serpiente Blanca” es una película que se presenta como una promesa de misterio y romance, pero que, para mí, termina siendo un ejercicio de contorsión narrativa y estilística que, pese a su ambición, no logra ensamblarse en una experiencia cinematográfica satisfactoria. La película, dirigida por Karyn Kusama, se entrega a un tono melancólico y visualmente atractivo, pero se pierde en un laberinto de flashbacks, saltos temporales y diálogos que buscan, sin mucho éxito, evocar una sensación de urgencia e intriga.

El guion es, sin duda, su mayor debilidad. Kusama apuesta por una estructura fragmentada que, en teoría, debe revelar la identidad de Blanca (interpretada magistralmente por Naive Abdo) de forma gradual y sorprendente. Sin embargo, la sucesión de escenas inconexas y los constantes cambios de contexto resultan confusos y frustrantes. La película sacrifica la claridad narrativa en favor de un artificio estilístico que, finalmente, no añade nada sustancial al relato. A menudo, se siente como si estuvieran intentando contar una historia a través de sus fragmentos, en lugar de construir una narrativa sólida y cohesionada. La sensación de que estamos perdiendo el control de la trama es recurrente.

La actuación de Naive Abdo es, sin embargo, un rayo de luz. Su interpretación de Blanca es delicada y convincente. Logra transmitir la confusión, la vulnerabilidad y el anhelo de la protagonista de una forma que merece la pena ver. También se destaca la química entre Abdo y Lew Temple, quien interpreta a Sean. La relación entre ambos personajes es el corazón de la película, y la tensión romántica, aunque no excesivamente explotada, se siente real y creíble. Temple ofrece un desempeño sólido y natural, capaz de transmitir la soledad y la necesidad de conexión de su personaje. Sin embargo, ambos actores se ven limitados por el guion poco inspirado.

En cuanto a la dirección, Kusama demuestra su dominio técnico y su interés por la estética visual. La fotografía, con sus tonos fríos y el uso de la luz natural, crea una atmósfera inquietante y melancólica que se integra bien con la historia. La banda sonora, también, contribuye a generar una sensación de incomodidad y misterio. Sin embargo, la belleza visual no es suficiente para compensar las fallas del guion y la falta de una dirección más enfocada en la narrativa. La película se aferra demasiado a la atmósfera y al artificio, dejando de lado la sustancia. El desastre final, tal como se describe en el resumen, aunque visualmente impactante, no tiene el impacto dramático que se esperaba, y se siente como una conclusión apresurada y poco convincente. Es un intento de conclusión que, en última instancia, no resuelve los problemas fundamentales de la película.

Nota: 5/10