“La Sirena” de Disney es un clásico que, a pesar de sus evidentes virtudes, ha sido objeto de debate desde su estreno. La película, con una banda sonora icónica y una estética visualmente deslumbrante, logra captar la imaginación del espectador, pero tras el brillo superficial, se revelan algunas debilidades en cuanto a la profundidad de su guion y el desarrollo de sus personajes.
La dirección artística de Alan Becker y John Musker es, sin duda, un punto fuerte. El diseño de las criaturas marinas, los colores vibrantes y la recreación del mundo submarino son excepcionales y transmiten una sensación de magia que transporta al público a un universo fantástico. La coreografía de las escenas musicales, especialmente “Under the Sea”, es magistral y refleja la alegría y el dinamismo de la vida bajo el agua. Sin embargo, esta exuberancia visual, a veces, resta importancia a la narración, enfocándose más en la espectacularidad que en la construcción de una historia sólida.
La actuación de Halle Berry como Úrsula es una de las mejores de su carrera. Berry logra transmitir la ambición, la malicia y la vulnerabilidad de la bruja, dotándola de una complejidad que a menudo se pierde en las versiones anteriores. Jason Robert Brown, por su parte, ofrece una interpretación sólida como Sebastián, el amigo tritón de Ariel, aunque su personaje, aunque entrañable, carece de la profundidad necesaria para ser verdaderamente memorable. La interpretación de Ariel por parte de Halle Bailey, sin embargo, es un punto de discusión. Si bien su voz es hermosa y su presencia en pantalla es cautivadora, a veces se le percibe como poco expresiva y su caracterización, aunque adecuada a la estética de Disney, no alcanza la profundidad emocional que se podría haber buscado.
El guion, a pesar de su estructura tradicional de cuento de hadas, presenta algunas incongruencias. La trama se mueve a un ritmo acelerado y, en ocasiones, se siente apresurada. El desarrollo del romance entre Ariel y el príncipe Eric es superficial y, para ser honesto, poco convincente. La motivación de Eric para perseguir a una sirena que ha perdido su voz y su vida, se basa en una idealización romántica que parece sacada de un manual de Disney. Además, el conflicto principal, la negación de Ariel a abandonar su familia y su deber, no se explora en profundidad, y se resuelve de manera algo simplista. Se podría haber profundizado en la complejidad de la lealtad familiar y en las consecuencias que la decisión de Ariel tiene para el reino submarino. La representación de la cultura y las tradiciones del reino de Atlántida también podría haber sido más rica y detallada.
En definitiva, “La Sirena” es una película encantadora y visualmente impresionante, pero que, a pesar de su atractivo superficial, no alcanza la altura de otros clásicos de Disney en términos de guion y desarrollo de personajes. Es un cuento de hadas tradicional con un toque moderno, pero que, en ocasiones, se siente algo vacío y poco reflexivo.
Nota: 7/10